(ZENIT Noticias / Roma, 11.06.2024).- Hacia las 16:00 de la tarde del martes 11 de junio, el Papa Francisco se dirigió a la Universidad Pontificia Salesiana para un encuentro con 200 sacerdotes de la diócesis de Roma (estaban invitados 500): los sacerdotes de entre 11 y 39 años de ordenación sacerdotal. Muchos de los que no pudieron asistir estaban involucrados en compromisos de verano con los jóvenes en las parroquias, según los organizadores.
Después de un breve saludo de Monseñor Di Tolve y un momento de oración, se abrió el coloquio entre el Papa y los sacerdotes presentes.
Entre los temas abordados estuvieron los de la pastoral relacionados con la diócesis, el papel y la identidad del sacerdote, y la belleza de ser sacerdotes. En respuesta a las preguntas, el Papa citó el modelo de Don Milani, “un grande, una luz para el sacerdote italiano”, y advirtió sobre el riesgo de caer en la mundanidad. También habló de la necesidad de ampliar la acogida en las parroquias “a todos, todos, todos”.
Se destacó con fuerza la cuestión del sufrimiento de las personas, que deben ser acompañadas con cercanía, compasión y ternura, tres cualidades de Dios que, según el Papa, deben vivirse especialmente en el trato con los ancianos. En este contexto, se habló de la importancia de la pastoral hospitalaria y de las dificultades de la ciudad de Roma, como la emergencia habitacional. El Papa invitó a la generosidad a las congregaciones religiosas que disponen de estructuras, y se discutieron temas como la propagación de las drogas, la tragedia de la soledad y el dolor que muchas personas viven en la invisibilidad. “En la vida de un sacerdote, lo invisible es más importante que lo visible, porque es más denso, más doloroso”, dijo el Papa, y añadió: “Nuestro trabajo como sacerdotes es ir a buscar a esta gente” porque “la Iglesia o es profética o es clerical: nos toca a nosotros elegir”.
El diálogo también abordó la situación actual en Europa y en el mundo, y el Papa mencionó con dolor las guerras en curso en Tierra Santa, Ucrania, Myanmar y el Congo, así como las ingentes inversiones en armas, anticonceptivos, gastos veterinarios y cirugía estética. En este sentido, exhortó a trabajar en el magisterio social de la Iglesia, a un mayor compromiso por el bien común, por la paz y, en tiempos de desinterés y abstencionismo, en la política, “la más alta forma de caridad”.
La conversación fue una ocasión para recordar y agradecer al Cardenal De Donatis, a quien el Papa elogió por su gran “capacidad de entender y perdonar”, cualidades valiosas en su nuevo rol, donde está llamado a ser “expresión del rostro misericordioso del Padre”.
Al concluir, el Papa habló del peligro de las ideologías en la Iglesia y volvió al tema de la admisión en los seminarios de personas con tendencias homosexuales, reiterando la necesidad de acogerlas y acompañarlas en la Iglesia, y la indicación prudencial del Dicasterio para el Clero sobre su ingreso en el seminario.
Finalmente, agradeció a los sacerdotes presentes por su trabajo, exhortándolos a continuar con su compromiso, al discernimiento comunitario y a la escucha de todos aquellos que se dirigen a ellos.
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