El Líbano después de Nasrallah, sometido a una guerra que no quería

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Fady Noun

(ZENIT Noticias – Asia News / Beirut, 07.10.2024).- “Conócete a ti mismo”. Este precepto socrático, válido para cualquier hombre que aspire a la sabiduría, también se aplica a los Estados. Y por ignorarlo, Hezbolá, arrastrando consigo al Líbano, se encuentra hoy en plena turbulencia y con una invasión terrestre «limitada» por parte del ejército israelí, que comenzó durante la noche de ayer después de varios días de intensos bombardeos. Por haber actuado unilateralmente y haber decidido, sin consultar a los demás componentes de la nación, arrastrar al país a una guerra en apoyo de Hamás en Gaza el 8 de octubre de 2023, el secretario general Hassan Nasrallah terminó provocando una respuesta masiva del Estado judío, que se concretó en un ataque a gran escala (aéreo y terrestre) contra el cual sus recursos militares – en primer lugar los sistemas para interceptar los misiles de largo alcance – y las amenazas de apoyo iraní, no funcionaron.

La respuesta israelí, de la que todos estaban pendientes en estos frenéticos días, le costó la vida al propio Nasrallah, junto con una decena de altos mandos militares de la resistencia islámica. Las operaciones arrasaron también la periferia sur de Beirut, así como todas las zonas donde Hezbolá está arraigado y cuenta con el apoyo popular, desde la capital hasta el sur del Líbano, pasando por el valle de la Bekaa, al precio más de mil víctimas y una devastación incalculable. Y terminó arrojando a los caminos a una población que ha quedado sin alternativas.

Hacinados en improvisados ​​centros de acogida (escuelas públicas y privadas, salones de iglesias o edificios municipales), otra parte de la población ha terminado en las aceras, plazas y jardines públicos de Beirut. En esta aglomeración humana, las expresiones de resentimiento contra el secretario general de Hezbolá son muy raras. Incluso en medio del sufrimiento, la población sigue visceralmente unida a él, no sin gratitud por la precaria pero humana acogida que encuentran en las regiones que se salvaron del ensañamiento israelí.

Nasrallah ‘eliminado’

La «eliminación» – para utilizar un término del ejército israelí – de una figura carismática como Hassan Nasrallah ha provocado una ola de conmoción no sólo en el Líbano, sino en todo el mundo árabe y musulmán. Y el impacto de esta operación se transmitirá sin duda de generación en generación. Su cuerpo fue recuperado de entre los escombros, aparentemente en buenas condiciones, pero todavía no se sabe cuándo se realizará el funeral, ni si será público. En el Líbano anunciaron tres días de luto cuando el Partido de Dios confirmó su muerte. Aún no se ha decidido el nombramiento del sucesor de Hassan Nasrallah, pero los observadores creen que muy probablemente Irán tendrá algo que decir al respecto.

Dividido entre el deseo de capitalizar las victorias militares y psicológicas de su campaña aérea y los esfuerzos diplomáticos encabezados por Francia y Estados Unidos para encontrar una solución diplomática, el comando militar israelí se decidió anoche por la primera opción. Sus comandos, con el consentimiento de Washington, cruzaron las fronteras terrestres del Líbano a través de las brechas en el muro de hormigón que ellos mismos habían construido en las afueras de las aldeas de Rmeich y Aïta Chaab, Adeissé y Kfar Kila. El objetivo del ingreso por tierra es destruir cualquier infraestructura que Hezbollah haya levantado en la zona, principalmente túneles y bases de misiles. El ejército libanés que se encontraba en algunas guarniciones maniobró en consecuencia. Evidentemente es demasiado pronto para comentar el éxito de esta operación y la respuesta que podría recibir de un Hezbolá desorganizado y debilitado por los golpes que le han asestado. En el momento de redactar este informe no se había producido ningún enfrentamiento directo entre Hezbolá y los comandos israelíes.

La vía diplomática

Una solución diplomática de la guerra entre Hezbollah e Israel, en este momento no tiene posibilidades de tener éxito. El presidente estadounidense Joe Biden y el secretario de Defensa Lloyd Austin reiteraron ayer que, independientemente de las incursiones, siguen comprometidos con un proceso pacífico. Si bien reconoce el «derecho de Israel a defenderse», el propio Austin advirtió a su homólogo israelí, Yoav Galant, que el objetivo de estas incursiones debe ser «garantizar el regreso de la población a sus hogares, a ambos lados de la frontera». Por otra parte, la operación militar no puede ser, según Washington, el preludio de una ocupación duradera.

Siempre en el ámbito de los esfuerzos diplomáticos, el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, llegó al Líbano la tarde del 29 de septiembre para mantener conversaciones centradas en un alto el fuego, una tregua en línea con el acuerdo Biden-Macron que se concretó al margen de la sesión anual de la Asamblea General de la ONU.

Desde Beirut, el inquilino del Quai d’Orsay exhortó al Estado judío a «dar una oportunidad a la diplomacia», pero tuvo mucho cuidado de no ir a Israel porque sabía perfectamente – según fuentes bien informadas – el clima de hostilidad que hubiera encontrado. Dicho esto, Barrot no perdonó a los milicianos de Hezbolá y afirmó: “Les recuerdo que la situación actual se debe en gran medida a la decisión de este movimiento de entrar en el conflicto el 8 de octubre arrastrando al Líbano, algo que siempre hemos deplorado”. Por último, señaló que «los parámetros para una solución diplomática duradera se conocen desde hace tiempo» y consisten en «aplicar plenamente la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad», que requiere la retirada de Hezbollah al norte del río Litani.

Rechazada por Israel, la solución diplomática también fue excuida por Hezbolá. “Seguimos los pasos de Nasrallah”, declaró ayer el número dos del partido, Naïm Kassem, en un breve discurso por televisión, con el rostro marcado por el dolor. La guerra “podría ser larga”, reconoció, pero el Partido de Dios tiene la fuerza necesaria “para hacer frente a una invasión por tierra”.

Esta afirmación acabó con las esperanzas que momentos antes había despertado en la opinión pública una declaración del primer ministro Nagib Mikati. Tras una reunión con Nabih Berry, este último había anunciado que todavía existía la posibilidad de un alto el fuego, seguido inmediatamente por el despliegue del ejército en la frontera y una sesión parlamentaria para elegir un nuevo presidente.

En Bkerké, Barrot se reunió también con el patriarca maronita Béshara Raï, quien reiteró su compromiso con la proclamación de la «neutralidad positiva» del Líbano con respecto a las cuestiones regionales e internacionales. El jefe de la diplomacia francesa llegó al Líbano acompañado por un avión militar que transportaba dos puestos sanitarios móviles con capacidad para atender a mil heridos graves, así como unas diez toneladas de equipamiento médico y un paquete de ayuda de emergencia valorado en 10 millones de euros para apoyar a las organizaciones humanitarias.

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