(ZENIT Noticias / Londres, 18.04.2025).- El Tribunal Supremo del Reino Unido ha aclarado por unanimidad que el término «mujer» en contextos legales se refiere únicamente a las mujeres biológicas. La sentencia, emitida el 16 de abril, pone fin a una prolongada batalla legal sobre la interpretación del sexo y el género en la legislación, y ya ha suscitado reacciones apasionadas en todo el espectro político.

El núcleo del caso fue una impugnación por parte de la organización escocesa de derechos de las mujeres «For Women Scotland Ltd» contra un conjunto de directrices del gobierno escocés que ampliaban la definición legal de «mujer» para incluir a los hombres con Certificados de Reconocimiento de Género (CRG), documentos legales que acreditan una identidad de género distinta a la biológica. El fallo rechazó dicha redefinición, afirmando en cambio que el sexo legal sigue teniendo sus raíces en la biología según la Ley de Igualdad.

La sentencia de 88 páginas, que se produce tras años de crecientes tensiones entre defensores de los derechos basados ​​en el sexo y defensores de la autoidentificación de género, concluye que el gobierno escocés se extralimitó en su autoridad legislativa al ampliar la definición más allá de los parámetros biológicos. Si bien el fallo no invalida los derechos de las personas transgénero en general, sí establece una base jurídica sólida sobre la que deben construirse las políticas en torno a los servicios, espacios y protecciones para las mujeres.

La reacción al veredicto ha sido rápida y polarizada. Para muchas defensoras de los derechos de las mujeres, la decisión fue una corrección largamente esperada.

“Esto va más allá de los baños o los pronombres”, declaró Maya Forstater, directora ejecutiva del grupo activista «Sex Matters». “Restaura la claridad en la legislación laboral, los espacios diferenciados por sexo y las políticas públicas. Lo que hemos logrado hoy es el reconocimiento de que los derechos de las mujeres comienzan por definir qué es una mujer”.

La analista legal Lois McLatchie Miller, de Alliance Defending Freedom, calificó el fallo como “un reinicio crucial”, enfatizando que “rompe con una década de confusión legal”.

No todos consideraron la sentencia como motivo de celebración. El destacado activista y comentarista transgénero Alex Kinsley calificó la decisión como «un momento profundamente regresivo», advirtiendo que podría llevar a «la erosión de las protecciones establecidas para las personas trans en todo el Reino Unido». Los críticos argumentan que el fallo ignora las realidades vividas por las personas trans y socava años de progreso legal inclusivo.

Sin embargo, el Tribunal Supremo se esforzó por evitar reducir el fallo a un campo de batalla cultural. En nombre del tribunal, el vicepresidente Lord Hodge enfatizó que la sentencia no debía interpretarse como una «victoria» de un grupo sobre otro, sino como una cuestión de coherencia legislativa.

Aun así, las ramificaciones políticas ya se están sintiendo. La diputada conservadora Kemi Badenoch elogió la decisión como un retorno al sentido común, tuiteando que «la confusión ha terminado: el sexo legal es el sexo biológico». En contraste, el líder laborista Keir Starmer, criticado durante mucho tiempo por sus respuestas ambiguas sobre el tema, permaneció en silencio hasta el jueves por la noche. Su afirmación anterior de que «algunas mujeres tienen pene» ha sido objeto de burla y reconsiderada a la luz del nuevo fallo.

La sentencia podría obligar a un análisis más amplio. Se espera que las instituciones públicas, los empleadores y los responsables políticos de todo el Reino Unido reevalúen cómo estructuran los servicios, recopilan datos y garantizan el cumplimiento de las protecciones basadas en el sexo. Los expertos sugieren que también podría influir en la legislación pendiente sobre reconocimiento de género y medidas de igualdad tanto en Westminster como en Holyrood.

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