(ZENIT Noticias / Dili, 10.09.2024).- El 10 de septiembre, el Papa Francisco comenzó un emotivo día en Timor-Leste, una nación donde el catolicismo es la base de su identidad. El día estuvo marcado por interacciones con niños enfermos, encuentros espirituales con el clero y una misa histórica a la que asistió una impresionante cantidad de fieles.
Una bienvenida conmovedora en la escuela Irmãs Alma
El día del Papa comenzó con una visita a la escuela Irmãs Alma para niños con discapacidades. Al llegar a las 8:45 AM, fue recibido con una escena vibrante. Las hermanas de la Congregación Alma estaban junto a los niños vestidos con trajes tradicionales, cantando una canción de bienvenida que llenó el aire de calidez y alegría. Un niño le entregó al Papa Francisco un «tais», la tradicional bufanda tejida que simboliza respeto y gratitud, representando la profunda conexión entre el pueblo timorense y el Santo Padre.
Dentro del salón San Vicente de Paúl de la escuela, el Papa pasó tiempo con unos 50 niños y 28 hermanas. La hermana Gertrudis Bidi, superiora de la congregación, presentó al Papa el trabajo de la escuela, destacando el cuidado y apoyo brindado a los niños con discapacidades. Siguió una emotiva actuación de canto y danza, como tributo a la presencia compasiva del Papa. Como gesto de agradecimiento, el Papa Francisco firmó una placa conmemorativa que celebraba el 60 aniversario de la Congregación Alma, marcando el momento con una bendición antes de partir hacia su siguiente destino.
Un encuentro de fe en la Catedral de la Inmaculada Concepción
El Papa Francisco continuó su día con una solemne visita a la Catedral de la Inmaculada Concepción en Dili, donde fue recibido por el arzobispo Virgílio do Carmo da Silva y el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Norberto do Amaral. El patio exterior de la catedral vibraba al ritmo de una danza tradicional timorense, preparando el ambiente para el encuentro con el clero, seminaristas y catequistas que esperaban al Papa.
Tras recibir una cruz y bendecir el agua bendita en la entrada, el Papa recorrió la nave de la catedral hasta el altar, donde se detuvo para saludar a un grupo de personas con discapacidades. Estos pequeños y personales momentos reflejaron el profundo compromiso del Papa con la inclusión, un tema recurrente en su papado.
Después de los testimonios de una monja, un sacerdote y un catequista, el Papa Francisco pronunció un emotivo discurso, hablando a los fieles reunidos sobre la fortaleza y la resiliencia de su misión. Antes de salir de la catedral, el Papa bendijo las piedras fundamentales de tres nuevas diócesis en Timor-Leste y se tomó un momento para saludar a un grupo de enfermos, ofreciéndoles palabras de consuelo.
Una misa histórica en Taci Tolú
El punto culminante del día llegó por la tarde, cuando el Papa Francisco presidió una gran celebración eucarística en la extensa explanada de Taci Tolú. La magnitud del evento fue asombrosa: más de 600,000 personas asistieron a la misa, lo que representa casi la mitad de la población de Timor-Leste. Como el país con el mayor porcentaje de católicos en el mundo—96%—, esta reunión simbolizó tanto una celebración religiosa como nacional.
Al llegar, el Papa fue recibido por una danza tradicional timorense y nuevamente se tomó un tiempo para saludar a personas con discapacidades. La misa comenzó a las 4:30 PM, y el Papa Francisco pronunció una homilía que resonó profundamente con la vasta congregación. El arzobispo de Dili, Virgílio do Carmo da Silva, ofreció palabras de agradecimiento al concluir la misa, expresando la gratitud de la nación por la presencia del Papa.
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