(ZENIT Noticias / París, 05.09.2024).- La madrugada del 2 de septiembre, la ciudad de Saint-Omer, en el norte de Francia, despertó con una noticia devastadora: un incendio arrasó con gran parte de la histórica Iglesia de la Inmaculada Concepción. El campanario, el techo y la estructura principal de este templo neogótico del siglo XIX quedaron reducidos a escombros. Aunque las llamas lograron ser controladas por un equipo de 120 bomberos a las 7:15 de la mañana, el daño fue irreparable. El órgano, una joya musical del lugar, no pudo ser rescatado.
Huellas de un crimen
El incendio no fue un accidente. Las primeras investigaciones revelaron huellas de allanamiento, lo que indica que fue un acto deliberado. Las llamas se originaron en la nave principal y una lateral, y rápidamente consumieron el edificio. Aunque el daño fue considerable, algunas reliquias y piezas de valor pudieron salvarse, entre ellas el tabernáculo y las Sagradas Hostias. El párroco Sébastien Roussel, presente durante el siniestro, pudo rescatar también varias estatuas, incluida una de la Virgen María, a la que los fieles acudían con frecuencia en oración, así como al Santísimo Sacramento.
“No había obras históricas catalogadas, pero mi prioridad era salvar el Santísimo Sacramento”, comentó el padre Roussel a medios locales. A pesar de sus esfuerzos, el recientemente restaurado Vía Crucis, aunque no fue evacuado a tiempo, parece haber resistido el fuego.
Un sospechoso reincidente
Joël Vigoureux, un hombre de entre 38 y 39 años con un largo historial de incendios provocados contra iglesias católicas, fue arrestado la misma noche del siniestro. Vigoureux había salido de prisión hace poco tras cumplir una condena por haber incendiado hasta diez iglesias en la región norte de Francia. Desde su liberación, continuó perpetrando ataques similares, lo que llevó a las autoridades a sospechar de él rápidamente tras el incidente en Saint-Omer.
El perfil de Vigoureux revela una historia complicada de odio hacia la Iglesia Católica. Durante su juicio anterior, confesó que atacaba iglesias porque “todos los sacerdotes son pedófilos”. A pesar de haber sido condenado a un seguimiento judicial y tratamiento psicológico, su reincidencia parece indicar que las medidas adoptadas no fueron suficientes para evitar nuevos ataques.
Incendie de l’église de Saint-Omer: un drone filme l’ampleur des dégâts de l’édifice désormais sans toit pic.twitter.com/0SShypZXTV
— BFMTV (@BFMTV) September 3, 2024
Ataques recurrentes en Francia
Este nuevo atentado se suma a una larga lista de incidentes anticristianos en Francia. Según datos del Observatorio del Patrimonio Religioso, solo en el primer semestre de 2023 se registraron 12 incendios en iglesias, muchos de ellos provocados. El número total de ataques anticristianos en 2023 alcanzó casi los 1.000, con un 90% dirigidos a iglesias o cementerios.
Además de los incendios, Francia ha visto un aumento en los actos de vandalismo y profanación. Uno de los más impactantes tuvo lugar en París el pasado julio, cuando la iglesia de Notre-Dame-du-Travail fue objeto de pintadas y actos blasfemos por parte de musulmanes, incluidas amenazas escritas en sus paredes y la destrucción de una estatua de la Virgen María. Estos incidentes, que mezclan odio religioso con actos de destrucción cultural, reflejan un clima de creciente tensión contra la herencia cristiana del país.
Justicia y respuestas sociales
El incendio de Saint-Omer ha generado un fuerte rechazo por parte de la comunidad local y nacional. La “Alianza General contra el Racismo y por el Respeto de la Identidad Francesa y Cristiana” (AGRIF) ya ha anunciado que presentará una demanda para representar los intereses de los católicos afectados. Aunque las autoridades reconocen que el ataque fue motivado por odio religioso, en raras ocasiones los incidentes anticristianos reciben la atención mediática o judicial que merecen. Esto contrasta con la respuesta judicial cuando otros grupos religiosos son atacados.
En palabras del fiscal local, Mehdi Benbouzid, el caso será tratado como un «crimen de odio anticristiano», un término que rara vez se aplica en los casos de ataques a iglesias en Francia. La legislación francesa contempla el racismo religioso como una circunstancia agravante en delitos penales, lo que podría endurecer la sentencia de Vigoureux si es declarado culpable.
El futuro de las iglesias en Francia
Francia, un país cada vez más secularizado, enfrenta el reto de proteger su patrimonio religioso en medio de un creciente número de ataques. Aunque la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Saint-Omer había sido restaurada y reabierta en 2018, el incendio plantea preguntas sobre el futuro de los lugares de culto en un país donde el número de feligreses ha disminuido drásticamente. Sin embargo, en la misa celebrada un día antes del incendio, la iglesia reunió a 300 personas, lo que demuestra que, pese al contexto social, sigue habiendo una comunidad activa y comprometida.
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