(ZENIT Noticias / Austria, 02.09.2024).- El Priorato de Neuzelle se constituyó en septiembre de 2018 como monasterio dependiente de la Abadía cisterciense de Heiligenkreuz (Santa Cruz), en Austria, y supuso el regreso de los monjes cistercienses a la frontera germano-polaca tras abandonarlo en 1817, signo de renacimiento monacal en Europa a pesar del laicismo extendido.
El Congreso de Viena de 1815 reorganizó Europa tras las guerras napoleónicas: el territorio de Lausitz, donde se encuentra Neuzelle, pertenecía a Sajonia y pasó a formar parte de Prusia. El rey Federico Guillermo III secularizó el monasterio en 1817, apropiándose de sus bienes. La iglesia parroquial católica se transformó en evangélica y los monjes cistercienses fueron expulsados. Su regreso, con la erección canónica del priorato, coincidió con los 750 años de la primera fundación, el 12 de octubre de 1268, como lugar de búsqueda y encuentro de Dios.
En 1157 se creó la Marca de Brandeburgo y quedó estrechamente unida a la orden cisterciense, tras siglos de luchas entre pueblos germanos y eslavos. Tan solo unos años más tarde, en 1180, se fundó el primero de los 16 monasterios cistercienses, el monasterio de Lehnin. La historia de Neuzelle en Brandeburgo-Prusia sobrevivió a la Reforma protestante del territorio.
Los monasterios cistercienses fueron centros evangelizadores, de expansión del cristianismo, de cultura y de transformación de tierras pantanosas, donde los monjes cistercienses hicieron el desecado y la roturación de los terrenos para el cultivo. El monasterio de Nuestra Señora de Neuzelle depende de la abadía cisterciense de Nuestra Señora de Heiligenkreuz, situada en Baja Austria.
El nuevo Prior de Neuzelle, Simeon Wester, comentó: “Creemos que, en unos tiempos inquietos, en un mundo inquieto, la gente necesita y busca lugares donde reina el silencio. Esto es lo que queremos ofrecer. Nuestra experiencia en Heiligenkreuz y en el priorato de Bochum-Stiepel, fundado hace treinta años, nos demuestra que resulta atractivo para muchas personas. No somos nosotros, sino Cristo, quien los atrae al misterio. Especialmente aquellos que están lejos, a través del contacto con una comunidad de oración, encuentran fuerzas para buscar coherentemente el sentido de la vida. A esto queremos dedicarnos aquí”.
El obispo de la diócesis, Monseñor Wolfgang Ipolt, insistió en el papel de los monjes: “Demuestren con su vida monástica, tanto a los cristianos como a los muchos que aún no conocen a Dios, que la búsqueda de Dios vale la pena, que puede hacer a una persona feliz y realizada. Acompañen con alegría a las personas que vienen a Neuzelle en busca de respuestas para sus vidas. Estoy seguro de que, si ustedes mismos siguen buscando a Dios, contagiará e invitará a otros. Dios y el pueblo de Dios no esperan más ni menos de ustedes”.
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