(ZENIT Noticias / Niigata, 20.08.2024).- La hermana Agnes Katsuko Sasagawa, figura central de una de las manifestaciones marianas más conocidas del catolicismo japonés del siglo XX, fue enterrada el 17 de agosto a los 93 años, tras una vida marcada por experiencias espirituales que han dejado una huella indeleble en la comunidad católica global. Su funeral, llevado a cabo en la parroquia de Akita en la diócesis de Niigata, Japón, contó únicamente con la presencia de las religiosas del Instituto de las Siervas de la Sagrada Eucaristía, la orden a la que pertenecía.
Nacida en 1930 en una familia budista, la vida de la hermana Agnes cambió radicalmente cuando una enfermera cristiana le ofreció agua de Lourdes, lo que la llevó a su conversión al cristianismo. Bautizada como Agnes, su nombre pronto se haría conocido en todo el mundo católico debido a las visiones y mensajes que, según ella, recibió de la Virgen María, a quien se conoce bajo la advocación de Nuestra Señora de Akita.
El 12 de junio de 1973, apenas iniciada su vida monástica, Agnes afirmó haber visto una luz brillante emanando del sagrario del convento. Poco después, comenzó a experimentar heridas místicas y a recibir mensajes de una estatua de la Virgen, tallada en madera, que se encontraba en el convento. Estos eventos culminaron en una serie de visiones que advertían sobre castigos divinos si la humanidad no se arrepentía de sus pecados.
Uno de los episodios más impactantes relacionados con las apariciones fue cuando la estatua de la Virgen, según los testimonios, comenzó a llorar. Se registraron 101 ocasiones en las que la imagen derramó lágrimas, fenómeno que fue captado en cámara por una cadena de televisión japonesa, amplificando la devoción a Nuestra Señora de Akita.
El 22 de abril de 1984, el obispo John Shojiro Ito de la diócesis de Niigata declaró que los eventos de Akita eran de origen sobrenatural y autorizó la veneración de Nuestra Señora de Akita en toda la diócesis. Posteriormente, en 1988, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger (quien más tarde se convertiría en el Papa Benedicto XVI) también consideró los eventos y mensajes de Akita como confiables y dignos de fe.
En 2002, se erigió en Akita un santuario en honor a María, bajo el título de «Mater Redentorista», que se ha convertido en un destino de peregrinación para miles de fieles cada año. Aunque la Iglesia no ha oficializado las apariciones, muchos católicos encuentran en los mensajes de Akita un llamado a la oración y al arrepentimiento en un mundo cada vez más alejado de la fe.
La hermana Agnes, a lo largo de su vida, se mantuvo como una figura de devoción y controversia, dejando tras de sí un legado que continúa inspirando a quienes buscan en sus experiencias un testimonio del poder de la fe. Murió el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
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