La historia vocacional de los dos gemelos sirios ordenados sacerdotes católicos el mismo día

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(ZENIT Noticias / Alepo, 22.07.2024).- Dos gemelos sirios de la orden de los franciscanos menores fueron ordenados sacerdotes el mismo día en la iglesia de San Francisco de Asís en Alepo, Siria.

Johnny y George Jalloff pertenecen a la provincia de la Custodia de Tierra Santa, que abarca Palestina y alrededores. Jóvenes de gran disponibilidad hacia con todos se prepararon al sacerdocio según el carisma franciscano con la animación litúrgica en Tierra Santa.

La ordenación sacerdotal de estos hermanos gemelos fue el 6 de julio en la segunda ciudad más poblada del país, Alepo. Hanna Jallouf, Vicario Apostólico de los Latinos en la región y tío de los ordenados, les impuso las manos.

Johnny, de 28 años, tuvo la inquietud por la vocación sacerdotal cuando estalló la guerra. Deseaba estudiar medicina para sanar los cuerpos de los heridos, pero su educación en la fe y la oración familiar le condujo a ser médico de las almas, guiado por un versículo del Génesis que dice: «Dame a la gente; toma para ti los bienes» (Gn 14,21).

Durante sus años de formación, Johnny, experimentó que «mucha gente se acercó a mí para confesarse, pero no podía». Ahora, con la ordenación sacerdotal, todo ha cambiado: «Dedico toda mi vida a las almas, para conducirlas a Cristo».

La intención de George era ser director de cine. No pensaba en la vida sacerdotal. Sintió la llamada del Señor con 14 años, cuando asistía a la Santa Misa diaria durante la guerra, pero desechó la ocasión. El encuentro con una mujer enferma le movió desde Dios con un pensamiento sencillo: «Le pregunté a Dios: ¿Por qué me elegiste? Pero me sentía indigno». La experiencia de encontrar a la mujer enferma le hizo reflexionar: «Así como experimenté las manos de Jesús, que me levantaron de mi pecado y me abrazaron como evidencia de su amor por mí, así quiero ser instrumento que conecte a Dios y a las personas a través del sacramento del sacerdocio».

En la ordenación, los dos frailes fueron revestidos con las vestiduras sacerdotales y sus manos fueron cubiertas con un paño blanco tras ser ungidas con el óleo santo. Según una antigua tradición, su madre desató el paño, secó las manos de los nuevos sacerdotes y fue la primera en besarlos, seguida de su marido. Y mantendrá la costumbre en que la madre guarda la tela tomada de su hijo para ser enterrada con ella. Cuando Dios le pregunte «Yo te di la vida, ¿qué me has dado?», responderá con la entrega del paño sagrado: «Te he dado a mi hijo como sacerdote». Una frase que la madre de los gemelos sirios podrá repetir dos veces con orgullo.

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