Pablo VI y Papa Francisco ante la cuestión del celibato sacerdotal

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Leonardo Sapienza

(ZENIT Noticias / Roma, 17.06.2024).- La nota más característica del pontificado de Giovanni Battista Montini fue la búsqueda del diálogo. Lo confirma el reciente volumen editado por el religioso rogacionista y regente de la Prefectura de la Casa Pontificia “Pablo VI – Non esistono lontani” (Edizioni San Paolo 2020, pp. 256, euro 18). El libro presenta discursos y escritos, algunos inéditos; como la transcripción de la conversación sobre el celibato sacerdotal mantenida por el Santo Pontífice lombardo el 10 de julio de 1970 con el cardenal holandés Bernard Alfrink -que publicamos en esta página-, de la que se desprende cuán viva estaba en él la preocupación por allanar todos los caminos para el regreso de los hermanos lejanos.

Durante el último Sínodo de los Obispos sobre la Amazonia (octubre de 2019), la polémica y las críticas sobre el celibato sacerdotal se renovaron en diversos ámbitos. El Papa Francisco ha repetido a menudo la convicción de Pablo VI.

En el vuelo de regreso de Panamá (28 de enero de 2019), el Papa Francisco dijo: ‘A propósito del rito latino, me viene a la mente una frase de san Pablo VI «prefiero dar la vida antes de cambiar la ley del celibato». Esto me vino a la mente y quiero decirlo porque es una frase valiente, él la dijo en 1968-1970, en un momento más difícil que el actual’.

Al no encontrar la frase citada por el Papa Francisco en ningún escrito de Pablo VI, intrigado, me tomé la libertad de preguntarle dónde la había leído. Me respondió que se la había oído decir a varias personas; pero que continuara la búsqueda, porque también le interesaba. Con la ayuda de los hábiles archiveros de la Secretaría de Estado, fue posible encontrar el origen del pensamiento de Pablo VI.

El viernes 10 de julio de 1970, Pablo VI recibió en audiencia al cardenal Bernard Alfrink, arzobispo de Utrecht. El encuentro, previsto para las 11 de la mañana, se prolongó más allá de la hora. Dada la importancia de los temas tratados, el Papa invitó al cardenal a volver al día siguiente. Y tenemos el resultado de la conversación a partir de la transcripción conservada en la Secretaría de Estado, que reproducimos a continuación.

***

11 de julio de 1970

II Audiencia al cardenal Alfrink, arzobispo de Utrecht, 11-VII-’70 (cf. Relación de la I Audiencia, 10-VII-1970)

El Santo Padre afirma que ha reflexionado mucho sobre la conversación de ayer; tras el certero diagnóstico realizado, la situación holandesa parece grave; hay que tenerlo en cuenta con comprensión y caridad; no se puede exigir una praxis perfecta cuando hay esta agitación; no queremos ser uniformes ni legalistas en la aplicación, comprendemos la necesidad de estar atentos.

El Cardenal pintó el cuadro.

El Papa no quiso añadir nada; podría haberlo hecho.

El motivo del viaje era la cuestión del celibato.

Alfrink se refirió a la declaración de los obispos y, en particular, a los dos puntos siguientes: hombres casados y readmisión de sacerdotes casados en el ministerio. Sobre este segundo punto Alfrink no insiste.

El Papa añade: imposible.

El cardenal dice que hay una categoría de sacerdotes que se engañan y admite que se trata de una ilusión.

El Papa añade: hay que ser explícito.

El Cardenal afirma que no ha recibido respuesta a su informe sobre el caso Grossouw; ¡el Cardenal Seper no habría escrito! Si recibe instrucciones, [palabras añadidas con bolígrafo a la mecanografía, ed.] el cardenal Alfrink hará lo que le digan: llamará a Grossouw.

El Papa piensa que hay que mantenerse firme.

Cardenal Alfrink: Pero la razón impresionante es que no hay más candidatos al sacerdocio; insiste en el sacerdocio para casados.

El Santo Padre dice que sería algo que se extendería inmediatamente: no debe hacerse. El Papa tiene la visión, la responsabilidad; pensaría que está traicionando a la Iglesia.

Alfrink reacciona: Dejar a la Iglesia sin sacerdotes es un gran ‘malheur’; es una situación que se da en Holanda, pero también en otros lugares. Esta forma de ayudar a la Iglesia puede ser algo bueno.

S. Padre: El problema es complejo. En las misiones, las voces más autorizadas están en contra. Hay algún remedio en la admisión del diaconado uxorato. Ciertamente falta ministerio sacerdotal. La situación puede estudiarse colegialmente. Tal tema debe reservarse para un sínodo. Pero eso llevaría al menos dos años.

Alfrink: claro que es largo, pero la Iglesia es eterna. Somos los primeros en Europa en conocer esta escasez, que ya existe en América Latina. Esta es la preocupación del episcopado holandés.

S. Padre: Sería profundizar en el análisis del problema; los Obispos no tienen clero y quieren llamarlos uxorati. Pero introducen un cambio de concepto, una decadencia de la que ya no se recupera.

Alfrink: establecer criterios.

S. Padre: no está convencido.

Alfrink: estos hombres existen; los conocemos y reconocemos sus cualidades.

S. Padre: que hagan el apostolado seglar.

Alfrink: los necesitamos. Hay que estudiar el problema. No espero una respuesta esta tarde.

Papa: no quisiera dar una esperanza «falaz» y recuerda la Carta del 2 de febrero.

Alfrink: pero la Carta lo menciona.

S. Padre: no creo que esto se aplique a Holanda. Se requiere una gran reflexión para las situaciones ecuménicas.

Alfrink: algunas partes de la Iglesia universal pueden encontrarse en situaciones similares.

S. Padre: Yo no tendría la conciencia tranquila. Sería un trastorno de la disciplina de la Iglesia latina.

Alfrink: Yo no soy tan pesimista.

S. Padre: moie non plus. La jeunesse viendra. Vous avez eu un siècle si fécond devocation. Amour au Christ’.

Alfrink: no se lo pierda.

S. Padre: no puede haber doble clero.

Alfrink: ¿cree que ya no habría clero célibe?

S. Padre: no. Tendríamos sacerdotes absorbidos por otras tareas, familia, trabajo.

Alfrink: es cierto; una de las razones del celibato es precisamente ésta: la disponibilidad; expone las perspectivas de un clero casado: una parte completamente libre, la otra teniendo una profesión (tiempo completo – tiempo parcial).

S. Padre: dedicación del sacerdote a su familia; no más reclutamiento de clero célibe.

Alfrink: estudio más profundo.

S. Padre: La Comisión Teológica estudiará las cuestiones que serán objeto del Sínodo de 1971, pero éstas aún no han sido fijadas. Este será, sin duda, uno de los puntos. Pero, en aras de la sinceridad, no quiero darles la esperanza de que se decidirá sobre el clero casado. No quiero decidir solo, porque mi opinión sería negativa; pediré la opinión de los demás Hermanos en el Episcopado. Esto sería para casos extremos, no sería la regla, ni la norma. Sería la ruina.

Alfrink: mantener el celibato y al lado buscar vocaciones de hombres maduros casados.

S. Padre: ¿Cree que una ley así de la Iglesia se mantendrá? ¿O se dirá ‘se puede estar casado y ser un buen sacerdote’? Prefiero estar muerto o dimitir.

Nótese el matiz de las palabras y sentimientos de Pablo VI durante la entrevista:

– hay que ser explícito

– hay que mantenerse firme

– se creería que se está traicionando a la Iglesia

– estamos introduciendo una decadencia de la que no hay recuperación

– no estoy convencido

– no tendría la conciencia tranquila.

Hasta la conclusión «explosiva», que el cardenal Villot señala del lado de «no pasar».

– «¡Prefiero estar muerto o dimitir!».

El Papa Francisco me transmite este expediente, con una nota manuscrita, en la que escribe:

«Esto se parece al ‘dar la vida’ [que recordaba].

Pienso lo mismo que San Pablo VI, sólo que con una diferencia: es un santo».

Y concluye con un comentario humorístico:

«… y ni se te ocurra casarte».

Aparece así, una vez más, todo el sufrimiento de Pablo VI, que volvería a sentir por otro Documento cuestionado, la Humanae Vitae.

Pero también aparece su pasión por la fidelidad a la Iglesia, a la tradición, al «depositum fidei» que le ha sido confiado.

La fidelidad para Montini es exigente y difícil, pero necesaria, si se quiere ser fiel al mensaje hasta el final. Aunque tenga que concluir tristemente: «Ahora, la fidelidad no es la virtud de nuestro tiempo» (11 de octubre de 1972). 

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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