(ZENIT Noticias – Fundación Tierra Santa / Jerusalén, 04.06.2024).- El Papa Francisco visitó la ciudad italiana de Verona el pasado 18 de mayo, durante su estancia dedicó una estatua de Cristo Resucitado, diseñada en respuesta a la visión del padre Ibrahim Faltas, vicario custodial de Tierra Santa.
Esperando que sea uno de los monumentos más importantes de la Ciudad Santa, la estatua se erigirá en lo alto del centro de la capital de la resurrección, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, «indicando que el perdón y la bienvenida a los demás son la forma de construir puentes de reconciliación y amor«, publica Christian Media Center.
Cambia según el sol
La estatua se ha realizado con un material que refleja los rayos del sol y refleja la belleza del cielo y de la naturaleza. Su color cambia dependiendo de los rayos del sol. La ves de un determinado color por la mañana, de otro por la tarde y por la noche de otro.
«Esperamos que esta estatua refleje la realidad de Tierra Santa, su diversidad y la realidad en la que vivimos, a pesar de todas las dificultades y desafíos, y que refleje el espíritu de amor, paz, tolerancia, justicia y hermandad, y elimine el espíritu de venganza, celos, envidia y odio», dice el padre Ibrahim Faltas.
Por su parte, el obispo de Verona, Domenico Pompili, expresó durante la visita del Papa que «el regalo de la estatua de Jesús que abraza a la humanidad pretende ser un signo de esperanza que parte de Verona y llega a Tierra Santa, pero yo diría más en general en el mundo, porque debemos contrarrestar este relato de guerra que parece ser inevitable e invocar la paz que se puede construir cada día con la contribución de todos».
La estatua se empezó a diseñar por el escultor italiano Alessandro Mutto hace aproximadamente un año y medio, con dibujos y bocetos aprobados por la Custodia Franciscana de Tierra Santa. «Primero dijimos 5 metros, luego 7, luego 8, luego 9 y luego 10, e hicimos este Cristo. El cual está compuesto de acero y bronce con un peso aproximado de 4400 kilos, y representa la humanidad que rodea la figura de Cristo al verlo dirigirse al cielo. El rostro de Cristo es verdaderamente sereno, porque va al Padre», explica Roberto Brizio, coordinador del proyecto.
«Todos queremos llegar al cielo, pero esto se logra a través de nuestras acciones de amor, justicia, tolerancia, paz, aceptación del otro que es diferente a nosotros y tratándonos como hermanos, ya que somos creados a imagen y semejanza de Dios, y para que se obtenga la paz y Cristo el Señor nos lleve a todos al cielo», concluye Ibrahim Faltas.
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