(ZENIT Noticias / Roma, 05.04.2024).- A las 15.50 horas del viernes 5 de abril, a bordo de un Fiat Cinquecento blanco con cristales tintados, el Papa Francisco llegó a la parroquia de Sant’Enrico, en el número 7 de Viale Ratto delle Sabine, en la zona de Casal Monastero. Fue recibido por el obispo auxiliar para el sector norte monseñor Daniele Salera y el párroco padre Massimiliano Memma. El Santo Padre se reunió con los sacerdotes de la XI prefectura, los párrocos del sector norte de la diócesis de Roma y los capellanes de la cárcel de Rebibbia. En total, treinta y cinco sacerdotes, con los que dialogó durante unas dos horas. Después abandonó la parroquia a las 17.45 para regresar al Vaticano.
«Fue un encuentro muy bonito», cuenta monseñor Salera. «La presencia de los capellanes de la cárcel de Rebibbia llevó la conversación al tema de las condiciones de penuria de los reclusos. Varias veces volvimos sobre la extrema pobreza y el deterioro que a menudo se produce entre los presos; cuánto, durante el período de detención, el trabajo y todo lo que puede dar dignidad sirve para una recuperación efectiva. También tocamos el tema de la presencia de las mujeres en la formación de los sacerdotes. También hablamos de la misericordia. Se dedicó un amplio espacio al camino jubilar. El Papa pidió a las comunidades parroquiales «valentía y creatividad» -fueron sus palabras- para abordar el Año Santo, para utilizar el tiempo jubilar también para proponer nuevos caminos. El encuentro se desarrolló en un clima de alegría y serenidad».
El Papa y los presbíteros hablaron en el teatro parroquial de la parroquia de Sant’Enrico, construida hace 25 años, en un barrio también de reciente construcción, como contó el párroco don Massimiliano Memma, que desde hace 12 años dirige la comunidad de unos diez mil fieles. «Casal Monastero es una zona periférica, más allá del Grande Raccordo Anulare, rodeada de campo. Aquí vive gente que cada día tarda hasta tres o cuatro horas en transporte público para ir y volver del trabajo». Es un barrio donde los lazos sociales son fuertes y donde la parroquia «es el único centro tanto religioso como de agregación», prosigue el sacerdote. «Los que viven en la comunidad se sienten realmente parte de algo más grande; está Cáritas que funciona muy bien, hay muchos grupos de jóvenes y hay una buena presencia de scouts». Sobre el encuentro con el Santo Padre, el P. Memma comenta: «Siempre es bueno sentirse animado. Oír una palabra de esperanza de tu obispo es bonito, nos hizo bien. Conocemos al Papa Francisco, es su estilo y es lo que necesitamos».
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