Irlanda rechaza cambio en la Constitución y continúa la protección de la mujer y la familia

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(ZENIT Noticias / Dublín, 14.03.2024).- La votación en el referéndum en Irlanda del 8 de marzo para cambiar la Constitución y garantizar que las madres no sean obligadas a trabajar ha rechazado la propuesta del gobierno.

La actual Constitución habla de la «mujer en el hogar» y pide que el Estado irlandés «se esforzará por garantizar que las madres no se vean obligadas, por necesidad económica, a realizar trabajos en detrimento de sus deberes en el hogar».

La Conferencia Episcopal Irlandesa declaró el 25 de febrero su preocupación por los cambios propuestos, lamentando que se inclinara a «abolir toda referencia a la maternidad en la Constitución».

La propuesta pedía la modificación del artículo 41.1.1 que define la familia como «fundada en el matrimonio», incluyendo «otras relaciones duraderas», como pugna la ideología LGTB+.

En cuanto al artículo 41.2 de la Constitución irlandesa, el texto reconoce que «con su vida en el hogar, la mujer presta al Estado un apoyo sin el cual no puede lograrse el bien común». Los partidarios del cambio proponían incluir que el Estado «reconoce que la prestación de cuidados, por parte de los miembros de una familia entre sí, en razón de los vínculos que existen entre ellos, da a la sociedad un apoyo sin el cual no se puede lograr el bien común, y se esforzará por apoyar dicha provisión».

La enmienda de este artículo 41.2 suprimiría la cláusula sobre «las mujeres en el hogar» e insertaría un nuevo artículo que reconociera «la prestación de cuidados, por parte de los miembros de una familia entre sí en razón de los vínculos que existen entre ellos». Los obispos señalaron que la Constitución irlandesa «ya reconoce y trata de facilitar la elección de las madres que desean especialmente atender las necesidades de la familia y el hogar».

Además, aclararon que «contrariamente a algunos comentarios recientes, la actual disposición constitucional no afirma enfáticamente que ‘el lugar de la mujer está en el hogar’. Tampoco exime a los hombres de sus deberes con el hogar y la familia».

El cambio impulsado por el gobierno y la mayoría de partidos de la oposición, observó que la Iglesia católica de Irlanda se pronunció en contra de los cambios. En un mundo cada vez más alejado de los valores familiares, los ciudadanos irlandeses rechazaron las enmiendas con 65 por ciento de los votos.

Leo Varadkar, primer ministro, asumió que las enmiendas fueron «ampliamente derrotadas con una participación respetable». Desde su posición politizada, dijo: «Creo que nos costó convencer a la gente de la necesidad del referéndum, por no hablar de los detalles y la redacción. Obviamente, eso es algo sobre lo que tendremos que reflexionar en las próximas semanas y meses».

Muchos gobernantes en el mundo creen tener las ideas indiscutibles y, cuando el pueblo las rechaza, piensan que manejaron mal la campaña, en vez de asumir que hay bienes universales y costumbres mejores a sus propuestas. De algún modo, Leo Varadkar aceptó la riqueza de la familia con otro comentario: «Cuando pierdes un referéndum de esta manera, por este margen, hay muchas razones por las que es derrotado y, aunque el viejo adagio es que el éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano, creo que, cuando pierdes por este tipo de margen, hay mucha gente que se equivocó y yo soy ciertamente uno de ellos».

En la declaración del 25 de febrero, los obispos irlandeses avisaron que la enmienda disminuiría la importancia única de la relación entre el matrimonio y la familia a los ojos de la sociedad irlandesa «y es probable que conduzca a un debilitamiento del incentivo para que los jóvenes se casen».

«La enmienda propuesta tendría el efecto de abolir toda referencia a la maternidad en la Constitución y dejaría sin reconocer la contribución social particular e incalculable que las madres en el hogar han hecho y continúan haciendo en Irlanda», añadieron los obispos.

Los obispos completaron la posición de la Iglesia: «El cuidado, tanto dentro como fuera del hogar, está en el centro de la compasión» Y lamentaron que hasta ahora el «Estado no haya reconocido económicamente el papel de la mujer en el hogar. Una vez más, no hay indicios de que se vaya a prever una remuneración económica adecuada para las cuidadoras».

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