(ZENIT Noticias / Caracas, 11.03.2024).- La web de la Conferencia Episcopal Venezolana publicó una entrevista a Monseñor González de Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, en la que comenta la situación social y religiosa de Venezuela en el contexto de la Cuaresma 2024. También reflexiona sobre las disposiciones del cristiano ante los retos inmediatos del país.

El también Arzobispo de Cumaná señaló el pasado 6 de marzo que la Cuaresma “es un tiempo de volver a Dios y al prójimo, renovando así nuestra identidad y misión como cristianos. Esto lo realizamos no sólo a nivel personal, o en el ámbito más cercano de nuestras familias, sino también en el ámbito de lo social”. Se vive así el significado de este tiempo litúrgico y su proyección en la vida de la Iglesia y la sociedad venezolana.

Refiriéndose a la vida del país caribeño, dice que en medio de las dificultades que sufren, los “venezolanos estamos llamados a reconocer adecuadamente nuestra realidad, dejarnos interpelar por ella, y actuar conforme a las exigencias de esa realidad”.

Al ser consultado sobre la realidad actual venezolana, Monseñor González de Zárate explicó que el pueblo de Venezuela pasa momentos difíciles “en materia de salud, educación, alimentación, bajos salarios, corrupción”. Constató también que hay “violación de los derechos humanos, que desdeña su condición de ciudadanos e hijos de Dios”.

¿Cómo actuar ante estos problemas? El arzobispo retomó las palabras del Papa y pide “encontrar nuevos criterios de juicio y de acción, tanto a nivel personal como social”. Los criterios llevan obviamente a “pequeñas y grandes decisiones” para transformar la vida personal y social según Dios. Los medios que sugirió fueron reflexionar, discernir lo que es bueno y lo que no lo es. Y la oración para detenerse, como el samaritano, ante el hermano herido.

En referencia a las próximas elecciones en Venezuela, admitió que es “un año decisivo para la democracia en nuestro país (…). La aspiración generalizada de la población es la realización de unas elecciones presidenciales conforme a las garantías contenidas en la Constitución y las leyes, y que conduzca a los grandes cambios que necesita nuestra nación. La vocación política del pueblo venezolano es democrática”.

Subrayó lo afirmado por los obispos en su Exhortación Pastoral de enero 2024, donde avisaron que “el proceso electoral debe ser una oportunidad para fortalecer los valores democráticos. Ello requiere el respeto de todos, de sus ideas y posiciones, y derechos políticos; pero, ante todo (…) motivar la participación activa del pueblo, verdadero sujeto de la sociedad que soñamos”.

El líder de los obispos venezolanos recordó que “un proceso electoral democrático requiere de la valentía de la conversión, por la cual salgamos de la esclavitud de los repetidos planteamientos y promesas falsos presentados como verdad, el cese de la persecución de quien piensa distinto y la violación de los derechos ciudadanos como mecanismo de control político, la superación de la confrontación, el descrédito y la inhabilitación como medio de exclusión”.

Concluyó que se requiere, “entre todos los factores de la sociedad venezolana, un compromiso en el diseño de una visión compartida de país que, teniendo como centro la dignidad e importancia de la persona humana, de todos y cada uno de sus habitantes”. Así habrá en Venezuela un “camino de conversión: nuestro país tendrá una nueva esperanza”.

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