(ZENIT Noticias / Puerto Príncipe, 10.03.2024).- Haití está al borde de una guerra civil, con muchas carreteras bloqueadas y personal de la Iglesia enfrentando la amenaza de secuestro, lo que dificulta que el clero viaje y ministre a los fieles, según el obispo de mayor rango del país.
Ningún lugar del país es completamente seguro y el trabajo pastoral se ve «muy afectado», pero la fe de la gente sigue siendo fuerte, dijo el arzobispo Max Leroy Mésidor, de Puerto Príncipe, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, a la organización benéfica católica Ayuda a la Iglesia en Necesidad (ACN).
El arzobispo Mésidor dijo: “Existe un peligro real de que estalle una guerra civil… Las bandas armadas actúan como un ejército organizado… La policía no puede seguirles el ritmo”.
ACN ha informado de varios secuestros de clérigos y religiosos en Haití este año. El arzobispo Mésidor agregó: “Hay secuestros por todas partes… Todo el mundo tiene miedo, incluidos los religiosos. Tan pronto como salga de Puerto Príncipe, estará en peligro. Las pandillas incluso entran en las iglesias para secuestrar a la gente que se encuentra allí».
El arzobispo añadió que le cuesta llevar a cabo sus deberes pastorales “porque uno debe hacer frente a la vida diaria – y esta vida diaria consiste en sufrimiento, violencia, tiroteos, pobreza y privaciones…”. Puntualizó: “No puedo visitar dos tercios de mi diócesis porque las carreteras están bloqueadas. Para llegar al sur de la diócesis debo tomar un avión. Hace dos años que no voy a la catedral… La última celebración que pude hacer en la catedral fue la Misa Crismal. Estaba llena… Pero desde el Agnus Dei hasta el final del servicio sonaban los tiros. Pudimos ver el humo elevándose cerca”.
Subrayó que los fieles “muestran resiliencia a pesar de su sufrimiento… Están acostumbrados al sufrimiento, incluso cuando, como ahora, el sufrimiento es de una escala terrible”.
El arzobispo añadió que los seminaristas y catequistas “perseveran” y “afrontan el peligro” porque “desean cumplir una misión”.
Destacó la importancia de que los obispos trabajen juntos y dijo: “Debemos llevar nuestra cruz y seguir a Cristo, especialmente durante este tiempo de Cuaresma. Perseveramos y contamos con las oraciones y la solidaridad del pueblo”. Y añadió: “Lo más importante es que la Iglesia siga uniendo a la gente a pesar de todas las dificultades. A través de sermones o ejercicios espirituales para los jóvenes, intentamos reavivar su esperanza, lograr que se organicen y no se hundan en la resignación”.
Expresó su agradecimiento por la ayuda de ACN, sin la cual “sería muy difícil que la Iglesia pudiera funcionar” porque “los sacerdotes casi no reciben salario y muchos fieles están empobrecidos” y “los ricos se han ido al extranjero. Me gustaría agradecer a todos los benefactores. Los mantenemos en nuestras oraciones y le pedimos al Señor que los proteja. No nos olvides. Que dios los bendiga a todos.»
El apoyo de ACN en Haití incluye formación, retiros y otros programas para seminaristas, religiosos y laicos, así como estipendios de misas para sacerdotes y ayuda de emergencia para religiosas.
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