(ZENIT Noticias / Roma, 23.01.2025).- Caitlin se ha convertido en una de las estrellas del baloncesto, primero a nivel colegial y ahora en la WNBA (Asociación Nacional de Baloncesto Femenino, por sus siglas en inglés). Ha roto cientos de récords desde sus temporadas en la universidad y sigue haciéndolo en la liga profesional, donde debutó el pasado marzo.

El año 2024 fue para ella un período lleno de éxitos y logros. Fue nombrada Jugadora del Año en la liga colegial de baloncesto, destacándose con récords como dos «triples dobles» (esto ocurre cuando en tres categorías estadísticas, como puntos anotados, rebotes, asistencias o pérdidas de balón, se alcanza un número de dos dígitos, es decir, al menos 10). También estableció la mayor cantidad de puntos anotados en un juego, con 49, entre otros logros.

En marzo, fue seleccionada como la primera opción por el equipo de Indiana Fever, y en su debut en mayo anotó 20 puntos, dio tres asistencias y tuvo 10 pérdidas de balón, estableciendo un récord en esta categoría para una jugadora novata.

Durante la temporada, Caitlin registró otros récords y, finalmente, fue nominada como Novata del Año de la WNBA. Asimismo, la revista Time la nombró Deportista del Año, siendo la segunda mujer en recibir este reconocimiento tras Simone Biles en 2021.

Lo que resulta particularmente interesante es cómo Caitlin ha atraído a muchos fanáticos a la WNBA gracias a su estilo de juego especial y sorprendente. Ha sido comparada con Stephen Curry, ya que, al igual que él, no teme lanzar desde fuera del arco de tres puntos, e incluso desde distancias mucho mayores, con tiros de casi 10 metros. Esto ha resultado muy entretenido para los aficionados que asisten a los partidos o los ven por televisión. De hecho, los índices de audiencia de la liga han aumentado considerablemente gracias a su impacto.

Pero Caitlin no solo destaca por su talento en el baloncesto, sino también por su fe, algo que ha llamado la atención de quienes la conocen personalmente. Tanto su familia como sus entrenadores han hablado sobre la importancia de su espiritualidad en su vida.

Desde sus días en la preparatoria Dowling Catholic High School, Caitlin ya mostraba su fe de manera pública. En una entrevista con una revista deportiva en 2018, dijo: “Podemos vivir nuestra fe todos los días. Dowling comienza cada día con oración y termina cada día con oración. Esta es una de las principales razones por las que Dowling tiene una cultura tan especial y es un lugar tan especial para estudiar”.

La relación con sus hermanos es muy especial, ya que ellos y sus amigos fueron sus primeros compañeros de juego. Hasta la fecha, Caitlin dice: “Son dos de mis mayores fans y probablemente dos de mis mayores ‘haters’, porque me humillan constantemente… cuando no tengo un buen partido, me mandan mensajes con algo divertido, y eso me ayuda a poner todo en perspectiva”.

Su hermano Blake, quien lidera a los Cyclones de Iowa State como mariscal de campo, la motiva constantemente a no descuidar su fe. A pesar de su apretada agenda con el fútbol americano y las clases universitarias, Blake encuentra tiempo para recordarle a Caitlin que rece el Rosario y asista a misa cerca de su campus. Los feligreses comentan que ella está presente la mayoría de las veces. Durante la Final Four del año pasado, se vio a Blake usando un brazalete de San Benito y se supo que antes del partido rezó el Rosario, completando la última década dentro del estadio.

Kristin Meyer, exentrenadora de Caitlin durante sus años en Dowling, también destaca su ferviente fe y su comprensión de los dones que Dios le ha dado. En una entrevista reciente con Crux, Meyer comentó: “No se trata solo de anotar muchos puntos o ganar; le encanta jugar frente a estadios con entradas agotadas porque puede entretener a la gente y hacerlos sonreír. Durante dos horas, les permite tener esta gran experiencia, y se lo toma muy en serio. Sabe que esos dones de Dios son una oportunidad para llevar alegría a otras personas”.

El padre Joseph Pin, quien tiene una relación cercana con toda la familia Clark, contó a Crux cómo la comunidad parroquial está muy orgullosa de Caitlin, incluido él mismo. “Estamos orgullosos de nuestra alumna, que ha logrado cosas tan grandiosas en la vida. Siempre es bueno, mientras formamos a los niños, ver cómo esto sucede y observar el éxito no solo en la cancha de baloncesto, sino también en su vida de fe”.

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