Francisco en Luxemburgo: así fueron las casi 9 horas del Papa en el país más rico del mundo

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano-Luxemburgo-Bruselas, 26.09.2024).- La mañana del 26 de septiembre de 2024 marcó el inicio del 46º Viaje Apostólico Internacional de Papa Francisco, con destino a Luxemburgo y Bélgica. Este viaje, que resalta el compromiso del Pontífice con el diálogo interreligioso y la unidad entre naciones, tuvo un significado especial desde el momento en que comenzó en Roma.

Partida de Roma

Antes de partir, el Papa Francisco fue despedido en la Casa Santa Marta por un grupo muy especial: diez personas sin hogar, hombres y mujeres que suelen pasar sus noches bajo el icónico colonnato de la Plaza de San Pedro o en las calles cercanas. Estos peregrinos modernos, acompañados por el Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero de Su Santidad, ofrecieron un saludo cargado de humildad y esperanza. Fue un recordatorio del enfoque pastoral del Papa, siempre cercano a los marginados y los olvidados.

A las 8:29 de la mañana, el Santo Padre despegó desde el Aeropuerto Internacional de Roma-Fiumicino a bordo de un A321 de ITA Airways, rumbo a Luxemburgo. El aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de Luxemburgo-Findel tuvo lugar a las 9:56, marcando el comienzo de una intensa jornada de actividades.

Recibimiento real en Luxemburgo

Al llegar a Luxemburgo, Francisco fue recibido con todos los honores. El Gran Duque Enrique de Luxemburgo y la Gran Duquesa María Teresa, junto al Primer Ministro Luc Frieden, lo aguardaban en la pista de aterrizaje. Dos jóvenes le entregaron flores, simbolizando la calidez y hospitalidad del país.

El primer acto oficial fue una visita de cortesía al Palacio Gran Ducal, donde el Papa firmó el Libro de Honor y se reunió con la familia gran ducal en un ambiente de respeto y cordialidad. La visita reflejó el espíritu de apertura y diálogo que caracteriza a Francisco, quien siempre busca tender puentes entre líderes políticos y sociales.

Encuentro con las autoridades políticas y la sociedad civil

Más tarde, en el Cercle Cité de Luxemburgo, el Papa se reunió con autoridades, representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático. Este encuentro destacó la importancia de la cooperación internacional en temas de justicia, paz y dignidad humana. Francisco, en su discurso, instó a los presentes a trabajar juntos para construir sociedades más inclusivas y equitativas, haciendo hincapié en el papel esencial que juegan los valores cristianos en la vida pública.

Al terminar su intervención, el Pontífice fue aclamado por los asistentes y firmó el Libro de Honor antes de continuar su itinerario. El Papa recorrió las calles de Luxemburgo en su papamóvil, saludando a los fieles antes de dirigirse a la Casa Arzobispal.

Un momento de fe en la Catedral de Notre-Dame

Por la tarde, el Papa Francisco se encontró con la Comunidad Católica de Luxemburgo en la emblemática Catedral de Notre-Dame. Allí, el Cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, y una multitud de fieles lo recibieron con fervor. Durante la ceremonia, un coro acompañó su llegada, mientras que varios niños le ofrecieron flores en un gesto de cariño.

El encuentro estuvo marcado por testimonios conmovedores y una representación artística inspirada en la encíclica “Laudato Si’”, la cual refuerza el llamado de Francisco a cuidar la creación. El Papa también presenció la apertura del Jubileo Mariano, con motivo del 400º aniversario de la devoción a Nuestra Señora Consoladora de los Afligidos, una advocación profundamente arraigada en la fe local.

Despedida en Luxemburgo y bienvenida en Bélgica

Tras una jornada cargada de momentos significativos, Papa Francisco se despidió de Luxemburgo en una ceremonia en el Aeropuerto Internacional de Findel, donde fue nuevamente acompañado por los miembros de la familia gran ducal y el Primer Ministro. A las 18:38, el Pontífice partió hacia Bélgica, su siguiente destino.

El aterrizaje en la Base Aérea de Melsbroek, a las afueras de Bruselas, fue igual de solemne. El rey Felipe de Bélgica y la reina Mathilde dieron la bienvenida al Papa con los himnos nacionales y un emotivo intercambio de palabras. Los niños, una constante en este viaje, le ofrecieron flores, como símbolo de esperanza y renovación.

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