(ZENIT Noticias / Roma, 22.07.2024).- La «Asociación de Empleados Laicos del Vaticano», lo más cercano a un sindicato en el país más pequeño del mundo, emitió un comunicado el pasado 8 de julio, un día antes de la Semana Social anual de la Iglesia Católica Italiana. Este evento profundizó en la relación entre democracia y diálogo, señalando que se observa poco de ambos dentro del Vaticano. La Asociación expresó sus preocupaciones, afirmando que «no han sido recibidos e incluso [han sido] ignorados”. Añadieron que “para un diálogo real se necesitan al menos dos partes dispuestas a hablar».
El comunicado subraya que los esfuerzos de la Asociación «no son vistos positivamente por ciertos superiores». Un ejemplo reciente es la demanda presentada por 49 empleados de los Museos Vaticanos debido a las condiciones de trabajo que consideran injustas y deficientes.
Reconociendo que las mejoras no son fáciles de lograr, el comunicado insiste: «No nos damos por vencidos cuando pedimos que las regulaciones, revisadas periódicamente, gobiernen las relaciones laborales en el Vaticano». Además, solicitan “mayor protección para las familias que tienen una persona discapacitada en su hogar” y que se “protejan los salarios y las pensiones erosionadas por el costo de la vida».
La Asociación también aboga por una «meritocracia, basada en currículos y conocimientos. Seguimos haciendo nuestro trabajo, impávidos, para mediar y crear un puente entre los empleados y los superiores, asegurando que siempre sean escuchados y valorados».
Hace años, un grupo de católicos con experiencia en negocios propuso al Vaticano mejorar el sistema de desarrollo profesional para su fuerza laboral, compuesta por aproximadamente 5,000 personas. Tras analizar la situación, encontraron que muchos empleados trabajaban en un ambiente desmotivado, donde se desalienta la iniciativa, no se fomenta la colaboración y el rendimiento no se reconoce. La mayoría cumplía con sus tareas sin entusiasmo, pues un esfuerzo adicional carecía de recompensas.
Una encuesta reveló que el 75% de los 250 entrevistados trabajaba en el Vaticano desde hace al menos diez años. Dos tercios afirmaron que les gustaba su trabajo, pero el entorno laboral había empeorado debido a la falta de compensación adecuada por el esfuerzo, lo que generaba «estrés, injusticia e insatisfacción».
Los empleados reportaron pocas oportunidades de crecimiento y formación profesional, observando favoritismo y disparidades en el trato, con «acoso, abusos de poder y un ambiente represivo», además de la ausencia de mecanismos internos para denunciar abusos sin enfrentar posibles represalias.
Hace cinco años, los empresarios iniciaron un programa de desarrollo profesional gratuito para los departamentos del Vaticano. Las sesiones de capacitación mostraron a los trabajadores que alguien hacía algo bueno por ellos, pero algunos criticaron el proyecto y el sistema no se movió.
Es evidente que el Vaticano necesita revisar sus políticas de manejo de recursos humanos. La doctrina social católica y los principios de diálogo y sinodalidad esbozados por el Papa Francisco podrían inspirar soluciones prácticas.
Un viejo chiste sobre la estatua de San Pedro fuera de la basílica sostiene que este, con un pergamino en una mano y un dedo apuntando hacia el suelo mientras sostiene las llaves en la otra mano apuntando hacia afuera, está diciendo: «Aquí es donde se hacen las leyes; allá afuera se aplican».
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