El obispo de Roma: primado y sinodalidad. Resumen, ideas y propuestas de un nuevo documento del Vaticano

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(ZENIT Noticias / Roma, 12.06.2024).- Por la mañana del jueves 13 de junio fue presentado un nuevo documento del Dicasterio para la Unidad de los Cristianos sobre el papel del obispo de Roma (el Papa) de cara a una eventual unidad con todas las Iglesias cristianas. A continuación los elementos más destacados del documento:

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Origen y estatuto del documento 

El Documento de estudio «El Obispo de Roma» es el primer documento que resume todo el  debate ecuménico sobre el servicio del primado en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. El origen  de este texto se remonta a la invitación de San Juan Pablo II a los demás cristianos a encontrar,  «por supuesto, juntos», las formas en las que el ministerio del Obispo de Roma «puede realizar un  servicio de amor reconocido por unos y otros» (UUS 95). Se han formulado numerosas respuestas a  esta invitación, así como reflexiones sobre el tema y diversas sugerencias de los diálogos teológicos.

En 2020 al cumplirse el 25 aniversario de Ut unum sint, el Dicasterio para la Promoción de  la Unidad de los Cristianos vio la oportunidad de sintetizar estas reflexiones y recoger los principales  frutos. El propio Papa Francisco hizo un llamamiento en este sentido, señalando que «hemos  avanzado poco en este sentido» (Evangelii Gaudium 32). Además, la convocatoria del Sínodo sobre  la Sinodalidad ha confirmado la pertinencia de este proyecto como contribución a la dimensión  ecuménica del proceso sinodal.

El estatuto del texto es el de un «documento de estudio» que no pretende agotar el tema ni  resumir todo el magisterio católico al respecto. Su propósito es ofrecer una síntesis objetiva de la  discusión ecuménica sobre el tema, reflejando así sus puntos de vista, pero también sus límites. Su  publicación fue aprobada por el Papa Francisco en marzo de 2024.

Proceso de redacción 

El documento es fruto de casi tres años de trabajo verdaderamente ecuménico y sinodal.  Resume unas 30 respuestas a Ut unum sint y 50 documentos de diálogo ecuménico sobre el tema. En  él han participado no sólo los funcionarios, sino también los 46 miembros y consultores del  Dicasterio, que lo han debatido en dos reuniones plenarias. Se consultó a los mejores expertos  católicos en la materia, así como a numerosos expertos ortodoxos y protestantes, en colaboración con  el Instituto de Estudios Ecuménicos del Angelicum. Finalmente, el texto fue enviado a diversos  Dicasterios de la Curia Romana y al Sínodo de los Obispos. En total, se tuvieron en cuenta más de  cincuenta opiniones y contribuciones escritas. Todas las contribuciones valoraban positivamente la  iniciativa, la metodología, la estructura y las ideas principales del documento.

Estructura del documento 

El documento ofrece una presentación esquemática

1) de las respuestas a Ut unum sint y de los documentos de los diálogos teológicos dedicados  a la cuestión del primado;

2) de las principales cuestiones teológicas que tradicionalmente han cuestionado el primado  papal y de algunos avances significativos de la reflexión ecuménica contemporánea: una lectura  renovada de los «textos petrinos»; la superación de la oposición entre el derecho divino (de iure  divino) y el derecho humano (de iure humano); una relectura hermenéutica de los dogmas del primado  de jurisdicción y de la infalibilidad (Concilio Vaticano I);

3) de algunas perspectivas para un ministerio de la unidad en una Iglesia reunificada:  necesidad o no de un primado en la Iglesia; criterios del primer milenio; principios para el ejercicio  del primado en el siglo XXI;

4) de sugerencias o peticiones prácticas dirigidas a la Iglesia católica: interpretación renovada  del Vaticano I; ejercicio diferenciado del primado del obispo de Roma; sinodalidad ad intra;  sinodalidad ad extra;

Además de esta síntesis, el documento se concluye con una breve propuesta de la Asamblea  Plenaria del Dicasterio, titulada «Hacia un ejercicio del primado en el siglo XXI», que identifica las  sugerencias más significativas presentadas por los diversos diálogos para un ejercicio renovado del  ministerio de unidad del Obispo de Roma «reconocido por unos y otros».   

Principales ideas del Documento 

El Documento de Estudio señala que:

1) los documentos del diálogo y las respuestas a Ut  unum sint han aportado una contribución significativa a la reflexión sobre la cuestión del primado y  la sinodalidad;

2) todos los documentos coinciden en la necesidad de un servicio de la unidad a nivel  universal, aunque los fundamentos de este servicio y las formas de ejercerlo sean objeto de  interpretaciones diferentes;

3) a diferencia de las polémicas del pasado, la cuestión del primado ya no  se ve simplemente como un problema, sino también como una oportunidad para la reflexión común  sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo;

4) el ministerio petrino del Obispo de Roma  es intrínseco a la dinámica sinodal, al igual que el aspecto comunitario que incluye a todo el Pueblo  de Dios y la dimensión colegial del ministerio episcopal.

Entre los futuros pasos a dar en los diálogos teológicos, el Documento sugiere la necesidad  de:

1) una mejor conexión entre los diálogos – locales e internacionales, oficiales y no oficiales,  bilaterales y multilaterales, orientales y occidentales – para enriquecerse mutuamente;

2) abordar  conjuntamente el primado y la sinodalidad, que no son dos dimensiones eclesiales opuestas, sino dos  realidades que se apoyan mutuamente;

3) una clarificación del vocabulario;

4) la promoción de la  recepción de los resultados de los diálogos a todos los niveles, para que se conviertan en un patrimonio  común;

5) la interpretación teológica de las relaciones actuales entre las Iglesias, ya que el «diálogo  de la verdad» no debe centrarse únicamente en las diferencias doctrinales del pasado.

RESUMEN DEL DOCUMENTO «EL OBISPO DE ROMA» 

(nn. 166-181) 

  1. La comprensión y el ejercicio del ministerio del Obispo de Roma entraron en una nueva fase  con el Concilio Vaticano II. Desde entonces, la dimensión ecuménica ha sido un aspecto esencial de  este ministerio, como han ilustrado los sucesivos papas. La invitación de Juan Pablo II en Ut unum  sint a encontrar, con la ayuda de los pastores y teólogos de todas las Iglesias, una forma de ejercicio  del primado «reconocida por unos y otros», es un momento crucial en esta conciencia ecuménica.  Esta invitación encuentra un apoyo particular en el pontificado del Papa Francisco, cuya enseñanza y  práctica hacen hincapié en la dimensión sinodal de su ministerio.

[REFLEXIONES ECUMÉNICAS SOBRE EL MINISTERIO DEL OBISPO DE ROMA]

  1. La invitación en Ut unum sint suscitó una amplia variedad de respuestas y reflexiones  ecuménicas. Los diálogos teológicos, oficiales y no oficiales, nacionales e internacionales, inaugurados después del Vaticano II, han demostrado ser también, durante las últimas décadas, un  lugar privilegiado para la investigación sobre un ministerio de unidad a nivel universal. Identificando  los principales temas y perspectivas, ilustran el interés por este argumento y la evolución del debate  con las diferentes tradiciones cristianas. También ponen de manifiesto un espíritu ecuménico nuevo  y positivo en la discusión de este asunto.
  2. Este nuevo clima es indicativo de las buenas relaciones establecidas entre las comuniones  cristianas, y especialmente entre sus líderes. En un momento en que se intensifican las relaciones  entre las Iglesias, esta «fraternidad reencontrada» (UUS 42) debe también releerse teológicamente,  junto a las diferencias dogmáticas del pasado. Esta vida de relaciones incluye una creciente conciencia  de «responsabilidad mutua» entre las comuniones cristianas. 
  3. Hay que señalar que las preocupaciones, los énfasis y las conclusiones de los diferentes  diálogos varían según las tradiciones confesionales implicadas. Además, no todos los diálogos  teológicos han tratado el tema al mismo nivel o con la misma profundidad. Si algunos han dedicado  enteros documentos al tema, otros sólo lo han tratado en el contexto de documentos más amplios,  mientras que otros todavía no han abordado la cuestión. Sin querer disimular estas perspectivas y  acentos diferentes, se pueden identificar no obstante los siguientes resultados.

[NUEVOS ENFOQUES DE CUESTIONES TEOLÓGICAS TRADICIONALMENTE  DISPUTADAS]

  1. Uno de los frutos de los diálogos teológicos es una lectura renovada de los  «textos petrinos» que, históricamente, han sido un importante escollo entre los cristianos. Los  interlocutores se han visto obligados a evitar proyecciones anacrónicas de desarrollos doctrinales  posteriores y a considerar de nuevo el papel de Pedro entre los apóstoles. Con base en la exégesis  contemporánea y la investigación patrística se han logrado nuevas percepciones y un  enriquecimiento mutuo, desafiando algunas interpretaciones confesionales tradicionales. Se han redescubierto una diversidad de imágenes, interpretaciones y modelos en el Nuevo Testamento,  mientras que nociones bíblicas como episkopè (el ministerio de supervisión), diakonia, y el concepto  de «función petrina», han ayudado a desarrollar una comprensión más completa de los «textos  petrinos».
  2. Otra cuestión controvertida es la comprensión católica del primado del Obispo de Roma  como establecido de iure divino, mientras que la mayoría de los demás cristianos lo entienden como  instituido meramente de iure humano. Las aclaraciones hermenéuticas han ayudado a poner en una  nueva perspectiva esta dicotomía tradicional, al considerar el primado simultáneamente como de iure  divino de iure humano, es decir, como parte de la voluntad de Dios para la Iglesia y mediado a  través de la historia humana. Superando la distinción entre de iure divino de iure humano, los  diálogos han enfatizado en cambio la distinción entre la esencia teológica y la contingencia  histórica del primado, como se expresa en Ut unum sint (UUS 95). Sobre esta base, reclaman una  mayor atención y valoración del contexto histórico que condicionó el ejercicio del primado en  diferentes regiones y épocas.
  3. Las definiciones dogmáticas del Concilio Vaticano I constituyen un obstáculo importante para  los demás cristianos. Algunos diálogos ecuménicos han registrado progresos prometedores al  emprender una «relectura» o «re-recepción» de este Concilio, abriendo nuevos caminos para una  comprensión más precisa de su enseñanza. Este enfoque hermenéutico subraya la importancia de  interpretar las declaraciones dogmáticas del Vaticano I no aisladamente, sino a la luz de su contexto  histórico, de su intención y de su recepción – especialmente a través de la enseñanza del Vaticano II.
  4. Estudiando la historia de la Constitución Pastor æternus, y especialmente los trabajos del  Concilio y los antecedentes que condicionaron los términos utilizados («ordinaria», «directa»,  «inmediata»),algunos diálogos pudieron aclarar la definición dogmática de la jurisdicción  universal, identificando su extensión y sus límites. Del mismo modo, pudieron precisar la  formulación del dogma de la infalibilidad e incluso ponerse de acuerdo sobre algunos aspectos de su finalidad, reconociendo la necesidad, en algunas circunstancias, de un ejercicio personal del  ministerio docente (munus docendi), dado que la unidad de los cristianos es una unidad en la verdad  y en el amor. A pesar de estas aclaraciones, los diálogos siguen expresando preocupaciones acerca de la relación entre la infalibilidad y el primado del Evangelio, la indefectibilidad de toda la Iglesia, el  ejercicio de la colegialidad episcopal y la necesidad de la recepción.

[PERSPECTIVAS PARA UN MINISTERIO DE UNIDAD EN UNA IGLESIA RECONCILIADA]

  1. Estos nuevos enfoques de las cuestiones teológicas fundamentales planteadas por el primado  a nivel universal han abierto nuevas perspectivas para un ministerio de unidad en una Iglesia  reconciliada. Muchos diálogos teológicos y respuestasUt unum sint, basados sobre todo en  argumentos relativos al bene esse más que al esse de la Iglesia, reconocen la exigencia de un  primado a nivel universal. Refiriéndose a la tradición apostólica, algunos diálogos sostienen que,  desde la Iglesia primitiva, el cristianismo se estableció en sedes apostólicas mayores que ocupaban  un orden específico, siendo la sede de Roma la primera. Basándose en consideraciones eclesiológicas,  varios diálogos han sostenido que existe una interdependencia mutua entre primado y sinodalidad en  cada nivel de la vida de la Iglesia: local, regional, pero también universal. El contexto contemporáneo  de la globalización y las necesidades misioneras constituyen otro argumento de carácter más  pragmático.
  2. Los diálogos teológicos, en particular con las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales,  reconocen quelos principios y modelos de comunión honrados en el primer milenio (para las  Iglesias orientales ortodoxas hasta mediados del siglo V), siguen siendo paradigmáticos. En efecto,  durante ese periodo, los cristianos de Oriente y Occidente vivieron en comunión a pesar de ciertas  rupturas temporales, y se constituyeron y compartieron las estructuras esenciales de la Iglesia. Ciertos  criterios del primer milenio fueron identificados como puntos de referencia y fuentes de inspiración  para el ejercicio aceptable de un ministerio de unidad a nivel universal, a saber: el carácter informal  – y no primordialmente jurisdiccional – de las expresiones de comunión entre las Iglesias; el «primado  de honor» del Obispo de Roma; la interdependencia entre las dimensiones primacial y sinodal de la  Iglesia, como ilustra el canon apostólico 34; el derecho de apelación como expresión de comunión  (Cánones de Sárdica); el carácter paradigmático de los concilios ecuménicos; y la diversidad de  modelos eclesiales.
  3. Aunque el primer milenio es decisivo, muchos diálogos reconocen que no debe idealizarse ni  recrearse sin más, ya que no pueden ignorarse los desarrollos del segundo milenio y también porque  un primado a nivel universal debe responder a los desafíos contemporáneos.Se han identificado algunos principios para el ejercicio del primado en el siglo XXIUn primer acuerdo general es la  interdependencia mutua entre el primado y la sinodalidad en cada nivel de la Iglesia, y la consiguiente  exigencia de un ejercicio sinodal del primadoOtro acuerdo se refiere a la articulación entre  «todos», «algunos» y «uno», tres dimensiones complementarias de la Iglesia, en cada nivel eclesial:  la dimensión «comunitaria» basada en el sensus fidei de todos los bautizados; la dimensión  «colegial», expresada especialmente en la colegialidad episcopal; y la dimensión «personal»  expresada en la función del primado. Diferentes diálogos identifican la dinámica sinodal inherente a  la articulación de estas tres dimensiones.
  4. La reflexión ecuménica también ha contribuido al reconocimiento de que la función petrina  debe entenderse en el contexto de una perspectiva eclesiológica más amplia.Al considerar el primado,  muchos diálogos teológicos han señalado que estas tres dimensiones – comunitaria, colegial y  personal – son operativas en cada uno delos tres niveles de la Iglesia: local, regional y universal.  A este respecto, una cuestión crucial es la relación entre la Iglesia local y la Iglesia universal, que  tiene importantes consecuencias para el ejercicio del primado. Los diálogos ecuménicos contribuyeron a lograr un acuerdo sobre la simultaneidad de estas dimensiones, insistiendo en que no  es posible separar la relación dialéctica entre la Iglesia local y la Iglesia universal.
  5. Otra consideración importante relacionada con los diferentes niveles en la Iglesia es el  significado eclesiológico de la dimensión regional o supralocal en la Iglesia. Muchos diálogos  subrayan la necesidad de un equilibrio entre el ejercicio del primado a nivel regional y universal,  señalando que en la mayoría de las comuniones cristianas el nivel regional es el más relevante para  el ejercicio del primado y también para su actividad misionera. Algunos diálogos teológicos con las  comuniones cristianas occidentales, observando una «asimetría» entre estas comuniones y la Iglesia  católica, piden un fortalecimiento de las conferencias episcopales católicas, incluso a nivel  continental, y una continua «descentralización» inspirada en el modelo de las antiguas Iglesias  patriarcales.
  6. La importancia del nivel regional también se acentúa en los diálogos con las Iglesias  ortodoxas y ortodoxas orientales, que subrayan la necesidad de un equilibrio entre primado y  primados. Estos diálogos insisten en que el «esfuerzo ecuménico de las Iglesias hermanas de Oriente  y Occidente, basado en el diálogo y la oración, es la búsqueda de una comunión perfecta y total que  no es ni absorción ni fusión, sino un encuentro en la verdad y el amor» (O-C 1993, 14). En un  cristianismo reconciliado, tal comunión presupone que «la relación del Obispo de Roma con las  Iglesias orientales y sus obispos […] tendría que ser sustancialmente diferente de la relación ahora  vigente en la Iglesia latina» (O-C US 2010, 7a), y que las Iglesias «seguirán teniendo el derecho y el  poder de gobernarse a sí mismas según sus propias tradiciones y disciplinas» (Diálogo copto-católico,  1979).
  7. El diálogo ortodoxo-católico también permitió una nueva lectura crítica del fenómeno del  «uniatismo», estrechamente relacionado con la cuestión del primado y con una eclesiología que  reivindicaba la jurisdicción directa de la Sede romana sobre todas las Iglesias locales, que «ya no  puede aceptarse ni como método adoptable ni como el modelo de unidad que buscan nuestras  Iglesias» (O-C, 1993, 12). Sin embargo, el fenómeno histórico del «uniatismo» debe distinguirse de  la realidad actual de las Iglesias orientales católicas, que representan un paradigma particular de  «unidad en la diversidad» debido a su estatuto sui iuris en la Iglesia católica, manteniendo su  autonomía dentro de las estructuras sinodales. Sin embargo, las Iglesias ortodoxas y ortodoxas  orientales no reconocen como un modelo para una futura comunión la actual relación con Roma de  las Iglesias orientales católicas.
  8. Las consideraciones sobre los distintos niveles de la Iglesia llevan a reflexionar sobre el  principio de subsidiariedad. Este principio significa que ningún asunto que pueda tratarse  adecuadamente en un nivel inferior deba tratarse a un nivel superior. La subsidiariedad se reconoce  como un principio importante para que el ejercicio del primado garantice la participación de toda la  Iglesia en el proceso de toma de decisiones. Algunos diálogos aplican este principio para definir un  modelo aceptable de «unidad en la diversidad» con la Iglesia católica. Sostienen que el poder del  Obispo de Roma no debería exceder lo necesario para el ejercicio de su ministerio de unidad a nivel  universal, y sugieren una limitación voluntaria en el ejercicio de su poder. Al mismo tiempo,  reconocen que el Obispo de Roma necesitará una autoridad suficiente para hacer frente a los  numerosos retos y complejas obligaciones relacionadas con su ministerio.

[ALGUNAS SUGERENCIAS PRÁCTICAS]

  1. A lo largo de los diálogos ecuménicos y de las respuestas aUt unum sintsobre el primado, se  han formulado diversas sugerencias o peticiones prácticas a las distintas comuniones cristianas, y  especialmente a la Iglesia católica. Puesto que el primer deber ecuménico de los católicos es  «examinar su propia fidelidad a la voluntad de Cristo sobre la Iglesia y, como es debido, emprender  con vigor la obra de renovación y de reforma» (UR 4), se les invita a considerar seriamente las sugerencias que se les hacen, de modo que una comprensión y un ejercicio renovados del primado  papal puedan contribuir al restablecimiento de la unidad de los cristianos.
  2. Una primera propuesta es una «re-recepción», una «re-interpretación», una «interpretación  oficial», un «comentario actualizado» o incluso una «reformulación» por parte de la Iglesia  católica de las enseñanzas del Vaticano I. En efecto, algunos diálogos observan que estas  enseñanzas estaban profundamente condicionadas por su contexto histórico, y sugieren que la Iglesia  católica busque nuevas expresiones y vocabulario que, siendo fieles a la intención original, se integren  en una eclesiología de comunión y se adapten al contexto cultural y ecuménico actual.
  3. Una segunda sugerencia hecha por algunos diálogos ecuménicos es una distinción más clara  entre las diferentes responsabilidades del Obispo de Romaespecialmente entre su ministerio  patriarcal en la Iglesia de Occidente y su ministerio primacial de unidad en la comunión de las  Iglesias, tanto de Occidente como de Oriente; posiblemente ampliando esta idea para considerar cómo  otras Iglesias occidentales podrían relacionarse con el Obispo de Roma como primado, mientras  conservan una cierta autonomía. También es necesario distinguir las funciones patriarcal y primacial  del Obispo de Roma de su función política como Jefe de EstadoUn mayor énfasis en el ministerio  del Papa en su Iglesia particular, la diócesis de Roma, pondría de relieve el ministerio episcopal que  comparte con sus hermanos obispos y renovaría la imagen del papado.
  4. Una tercera recomendación de los diálogos teológicos se refiere al desarrollo dela  sinodalidad dentro de la Iglesia católica. Haciendo hincapié en la relación recíproca entre la  organización sinodal de la Iglesia católica ad intra y la credibilidad de su compromiso ecuménico ad  extraidentifican áreas en las que se necesita una mayor sinodalidad dentro de la Iglesia católica. En  particular, sugieren una mayor reflexión sobre la autoridad de las conferencias episcopales católicas  nacionales y regionales y su relación con el Sínodo de los Obispos y la Curia Romana. A nivel  universal, subrayan la necesidad de una mayor implicación de todo el pueblo de Dios en los procesos  sinodales. En un espíritu de «intercambio de dones», los procedimientos e instituciones que ya existen  en otras comuniones cristianas podrían servir de fuente de inspiración.
  5. Una última propuesta esla promoción de la «comunión conciliar» mediante encuentros  regulares entre los líderes de las Iglesias a nivel mundial, con el fin de hacer visible y profundizar la  comunión que ya comparten. En el mismo espíritu, muchos diálogos han propuesto diversas  iniciativas para promover la sinodalidad entre las Iglesias, particularmente a nivel de obispos y  primados, mediante consultas regulares y acciones y testimonios comunes.

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