La libertad de expresión llega a su fin en Escocia y la autora de Harry Potter está dispuesta a enfrentar a la dictadura transexual

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Luca Volonte

(ZENIT Noticias – La Bussola Quotidiana / Roma, 05.04.2024).- La aclamada autora de Harry Potter, J.K. Rowling, desató la polémica al desafiar la ley antidiscriminación que entró en vigor en Escocia el 1 de abril y que ya ha sido descrita en la Nueva Brújula. Al final la escritora ganó la batalla, pero la guerra aún será larga. El texto de la ley prohíbe y castiga los actos que «fomenten el odio contra un grupo de personas» con determinadas características protegidas, como la edad, la discapacidad, la religión, la orientación sexual o la identidad transexual. La pena máxima es de siete años de prisión.

La mañana de la entrada en vigor de la ley, el ministro escocés de Víctimas y Seguridad Comunitaria admitió en una entrevista que el misgendering -es decir, referirse a una persona transexual por un nombre o pronombre que corresponda a su sexo biológico y no al sexo deseado/percibido de la persona- podría dar lugar a una investigación policial. Fuertes críticas de Rowling, que desde 2019 defiende públicamente la distinción sexual natural y la naturaleza femenina en particular, sujeta a los abusos del transexualismo masculino (es decir, varones que se declaran mujeres) y de la ideología de género en general.

La ‘madre’ de Harry Potter ha levantado críticas en la plataforma de redes sociales X (antes Twitter), argumentando que la aplicación de esta ley no proporcionará protecciones adecuadas para las mujeres, sino que incluirá a los activistas trans en una categoría protegida. Rowling escribió que si sus declaraciones, en las que siempre ha llamado a hombres y mujeres por su nombre de pila, fueran criminalizadas «bajo los términos de la nueva ley», está dispuesta a «ser arrestada» al regresar a su país, irónicamente llamado «cuna de la Ilustración escocesa».

Además, la autora subraya su convicción de que «la libertad de expresión está llegando a su fin en Escocia», revelando su profunda preocupación por las implicaciones de esta legislación en la sociedad escocesa. Unas declaraciones que suponen un abierto desafío a las demenciales previsiones, censura y sanciones impuestas por la Ley de Delitos de Odio, fuertemente defendida por el Primer Ministro escocés, Humza Yousaf, musulmán, y su partido, el SNP (Partido Nacional Escocés), que según las encuestas va en caída libre en 20 puntos porcentuales.

La batalla por la libertad la ganó esta vez en parte Rowling; de hecho, la cadena pública BBC informó el martes 2 de abril de la noticia, recogida después por muchos medios de comunicación de todo el mundo, de que «los comentarios en las redes sociales realizados por J.K. Rowling desafiando la nueva ley escocesa contra los delitos de odio no son tratados como delito» por la policía. La autora de Harry Potter se congratuló de la decisión, confiando en que «todas las mujeres de Escocia que deseen hablar sobre la realidad y la importancia del sexo biológico se sientan tranquilizadas por este anuncio, y confío en que todas las mujeres, independientemente de su perfil o medios económicos, reciban el mismo trato ante la ley».

A quienes han especulado con que la policía ha sido indulgente con ella, la propia Rowling les ha prometido que, en caso de que la policía y la justicia escocesas procesen a «una mujer por el simple hecho de llamar hombre a un hombre», ella repetirá las mismas palabras para ser acusada «al mismo tiempo». La decisión de la policía anuncia al menos cierta libertad en los tuits bajo el nuevo régimen, pero no descarta la criminalización en otros casos (como homilías en lugares de culto, debates escolares, simples declaraciones en cervecerías, etc.).

Lo cierto es que, con la nueva ley, la policía escocesa se convierte en una agencia de «cazarrecompensas», donde los buscados son todos aquellos que defienden la naturaleza humana, la biología y la razón, así como las enseñanzas bíblicas. El primer ministro británico, Rishi Sunak, apoyó directamente el desafío de Rowling a la policía escocesa contra el abuso de la transexualidad; pero de momento siguen vigentes todas las leyes británicas que restringen la libertad de expresión sobre la sexualidad biológica y, en algunos casos, la libertad religiosa y las enseñanzas bíblicas.

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