(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 16.03.2024).- La mañana del sábado 16 de marzo, el Papa Francisco recibió en audiencia al personal que trabaja en el Hospital Pediátrico “Bambino Gesu” que es propiedad directa de la Santa Sede. La audiencia, que se tuvo en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, se tuvo en ocasión del aniversario número 100. El Hospital Bambino Gesu fue donado a la Santa Sede por la familia Salviati, una familia italiana. Debido a su salud, a nombre del Papa leyó el discurso preparado para la ocasión monseñor Filippo Ciampanelli. Ofrecemos a continuación la traducción que ha hecho ZENIT del original en italiano:
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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos a todos!
Estoy muy contento de encontrarme con vosotros al recordar el primer centenario de la fundación del Hospital Infantil Bambino Gesù. Hace un siglo, fue donado a la Santa Sede por la familia Salviati: el primer verdadero hospital dedicado a los niños. La donación fue aceptada por Pío XI, que vio en la obra la expresión de la caridad del Papa y de la Iglesia hacia los niños enfermos, y desde entonces se le conoce como el «Hospital del Papa».
Detengámonos, pues, un momento para reflexionar, con gratitud, sobre la riqueza de esta institución, que se ha desarrollado a lo largo de un siglo de historia, poniendo el acento en tres aspectos: el don, el cuidado y la comunidad.
[1º El don]
Primer aspecto: el don. Hoy en día, el «Bambino Gesù» es uno de los mayores centros de investigación y cuidados pediátricos de Europa, punto de referencia para familias de todo el mundo. Sin embargo, el elemento del don sigue siendo fundamental en su historia y en su vocación, con los valores de gratuidad, generosidad, disponibilidad y humildad. Es hermoso recordar, a este respecto, el gesto de los hijos de la duquesa Arabella Salviati que, al principio de su historia, regalaron a su madre su hucha para construir un hospital infantil: nos dice que esta gran obra también se basa en dones humildes, como el de estos niños en beneficio de sus compañeros enfermos. Y en la misma línea, es bueno mencionar hoy la generosidad de los numerosos benefactores gracias a los cuales fue posible construir en Passoscuro un Centro de Cuidados Paliativos para pacientes muy jóvenes que padecen enfermedades incurables.
Sólo así se puede comprender plenamente el valor de lo que se hace, desde las cosas más pequeñas a las más grandes, y seguir soñando con el futuro. Pensemos, por ejemplo, en la perspectiva de una nueva sede en Roma, cuyos locales se han construido recientemente, con un acuerdo entre la Santa Sede y el Estado italiano. Así como el considerable compromiso económico ordinario y extraordinario, ligado a la protección y mantenimiento de estructuras y equipos; a la garantía de la calidad profesional de médicos y operadores; a la investigación científica; a la acogida de niños necesitados de todo el mundo, ofrecida sin distinción de condición social, nacionalidad o religión. En todo ello, el don es un elemento indispensable de su ser y actuar.
[2º Los cuidados]
Segundo aspecto: los cuidados. Se puede decir que la ciencia, y por consiguiente la capacidad de curar, es la primera de las tareas que caracterizan hoy al Hospital Bambino Gesù. Es la respuesta concreta que da a las sentidas peticiones de ayuda de las familias que solicitan la asistencia de sus hijos y, cuando es posible, su curación. Por eso es importante la excelencia en la investigación biomédica. Os animo a alimentarla con el impulso de ofrecer lo mejor de vosotros mismos y con especial atención a los más frágiles, como los pacientes con enfermedades graves, raras o muy raras. No sólo eso, sino que para que la ciencia y la pericia no sigan siendo privilegio de unos pocos, les insto a que sigan poniendo los frutos de su investigación a disposición de todos, especialmente donde más se necesitan, como hacen por ejemplo contribuyendo a la formación de médicos y enfermeras africanos, asiáticos y de Oriente Medio.
Hablando de cuidados, sabemos que la enfermedad de un niño implica a todos los miembros de su familia. Por eso es un gran consuelo saber que hay tantas familias atendidas por vuestros servicios, alojadas en instalaciones vinculadas al hospital y acompañadas por vuestra amabilidad y cercanía. Este es un elemento cualificador, que nunca debe pasarse por alto, aunque sé que a veces trabajáis en condiciones difíciles. Más bien sacrificamos algo más, pero no la amabilidad y la ternura. No hay cuidados sin relación, proximidad y ternura, a todos los niveles.
[3º La comunidad]
Y finalmente llegamos al tercer punto: la comunidad. Una de las expresiones más bellas que describen la misión del «Bambino Gesu» es «Vidas que ayudan a la vida». Es hermosa, porque habla de una misión realizada juntos, con una acción común en la que el don de cada uno encuentra su lugar. Esta es vuestra verdadera fuerza y la condición para afrontar incluso los retos más difíciles. Porque el vuestro no es un trabajo como tantos otros: es una misión, que cada uno ejerce de manera diferente. Para algunos, supone la dedicación de toda una vida; para otros, el ofrecimiento voluntario de su tiempo; para otros, la donación de su sangre, de su leche -para los bebés hospitalizados cuyas madres no pueden proporcionársela-, e incluso la donación de órganos, células y tejidos, ofrecidos por personas vivas o extraídos de los cuerpos de personas fallecidas. El amor lleva a algunos padres al gesto heroico de aceptar donar los órganos de sus hijos que no lo consiguieron. En todo esto, lo que surge es un «hacer juntos», donde los diferentes dones contribuyen al bien de los pequeños pacientes.
Queridos hermanos y hermanas, os confieso que cuando voy al «Bambino Gesù» tengo dos sentimientos contrapuestos: siento dolor por el sufrimiento de los niños enfermos y de sus padres; pero al mismo tiempo siento una gran esperanza, al ver todo lo que allí se hace para curarlos. Gracias. Gracias por todo esto. Sigan adelante en esta obra bendita. Os bendigo de corazón y rezo por vosotros. Y vosotros también, por favor, rezad por mí. Gracias a ustedes.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.
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