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El purpurado ha evitado hacer un amplio análisis de la situación política, social, económica y pastoral como nos tenía acostumbrados y ha aprovechado su último discurso -cargado de citas de san Juan Pablo II y Benedicto XVI- en dirigirse especialmente a sus colegas del episcopado.
El presidente de la CEE, ha recordado a los obispos presentes que ellos han sido «llamados por Cristo a ser portadores de esa esperanza y esa sanación en un mundo “herido”, que sufre ante la violencia, la polarización y la desigualdad».
La ‘Pastores gregis’ de Juan Pablo II
Omella ha hecho referencia en su discurso a ‘Pastores gregis’, «la bellísima exhortación apostólica del papa san Juan Pablo II, publicada poco después del Jubileo del 2000». Omella ha señalado que aunque han transcurrido casi 25 años desde aquella fecha, «nos anima un mismo impulso: llevar esperanza a un mundo que camina falto de ella. Hermanos, si somos servidores del Evangelio de Jesucristo, sembremos la esperanza que el mundo necesita».
«El papa san Juan Pablo II nos recordaba entonces que nosotros, los obispos, «como pastores y verdaderos padres, con la ayuda de los sacerdotes y de otros colaboradores, tenemos el deber de reunir la familia de los fieles y fomentar en ella la caridad y la comunión fraterna» ha dicho el cardenal.
Para transmitir esa esperanza, el arzobispo de Barcelona ha pedido a los obispos que es «nosotros la vivamos, la custodiemos y no dejemos que nada ni nadie nos la robe. Y todos sabemos que solo con la luz y el consuelo que provienen del Evangelio, el obispo consigue mantener viva la propia esperanza y alimentarla en quienes han sido confiados a su cuidado como pastor».
Al servicio de los demás
«El nuestro es un ministerio bellísimo, una respuesta a la misma llamada que Jesús hizo a los Doce. San Juan Pablo II nos recuerda que las funciones del obispo no se deben reducir a una tarea meramente organizativa, sino que la transformación ontológica realizada por la consagración, como configuración con Cristo, requiere un estilo de vida que manifieste el “estar con Él”», ha añadido el cardenal Omella en las horas previas a la votación de su sucesor al frente de la CEE.
El arzobispo de Barcelona ha remarcado que los obispos solo son «colaboradores más directos» de Dios «llamados a trabajar en comunión con Él y entre nosotros». Para el cardenal, el obispo «es el primero que, en su camino espiritual, tiene el cometido de ser promotor y animador de una espiritualidad de comunión».
Citando a san Juan Pablo II, Omella ha subrayado que «para superar el riesgo de la soledad y el desaliento ante la magnitud y la desproporción de los problemas, el Obispo necesita recurrir de buen grado, no sólo a la oración, sino también a la amistad y a la comunión fraterna con sus hermanos en el episcopado».
En comunión con el Papa
Siguiendo con la exhortación del Papa polaco, Omella ha remarcado que «las Conferencias episcopales con sus comisiones y oficios existen para ayudar a los obispos y no para sustituirlos. Y, menos aún, para constituir una estructura intermedia entre la Sede Apostólica y cada uno de los obispos».
El todavía presidente del episcopado español ha resaltado que «la acción colegial de la Conferencia Episcopal se articula y se implementa a través de los hermanos a los que conferimos la autoridad de la coordinación; y por medio de las comisiones que marcan el rumbo de los aspectos más sustantivos de nuestro ministerio».
Omella ha dejado caer un recadito a sus hermanos en el episcopado y les ha dicho que «la elección de estos servicios responde a un discernimiento de gran responsabilidad colegial que hemos de ejercer con la mirada exclusivamente puesta en el mayor bien del pueblo de Dios, y en la recepción de los indudables carismas personales con lo que el Señor ha enriquecido a nuestro Colegio Episcopal para la mayor utilidad de todos, con un absoluto desprendimiento de nuestros propios intereses y estrategias».
En este sentido, ha reafirmado que «en nuestra misión de servicio a las Iglesias que peregrinan en España, siempre cum Petro et sub Petro, no se nos oculta la gravedad de la hora presente de proceder con generosidad y resolución colegial a la reforma de nuestros Seminarios».
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