En 2002, siete mujeres fueron ordenadas sacerdotisas en un barco en el Danubio y fueron, comprensiblemente, excomulgadas. Hoy, nos cuenta katholishc.de, Martha Heizer, de 77 años, sigue los pasos de las Siete del Danubio.

A la muerte del sacerdote que había en su grupo de oración, esta austriaca, activista de “Somos Iglesia”, cuenta que las mujeres del grupo intentaron “hacer algo similar a la Eucaristía». Siempre fue “un poco mentira”, dice. Después de un tiempo, el grupo se preguntó quién podía impedirles celebrar ellos mismos la Eucaristía, y entonces lo hicieron.

Desde entonces, su grupo de oración ha compartido regularmente pan y vino y ha pedido al Espíritu Santo que transforme los dones. “Celebramos la Eucaristía en casa en un pequeño grupo”.

Esta educadora religiosa y psicóloga de 77 años habla abiertamente de algo que no le permite hacer según la ley de la Iglesia y que no puede hacer según las enseñanzas de la Iglesia. Muchas mujeres de asociaciones y órdenes hablan en secreto de celebraciones eucarísticas que celebran sin sacerdote. Pero confesar esto abiertamente no es una opción para la mayoría de la gente: el miedo a las sanciones oficiales de la Iglesia es demasiado grande.

Si es así, dice el artículo de portada de katholisch.de, entonces es necesario que haya un gran grupo de mujeres que “salgan del armario”. Hace unos años, cuando las » Mujeres de la Orden por la Dignidad Humana» informaron sobre su práctica litúrgica durante la pandemia y su obra «Plenitud en el vacío» dio a algunas personas la impresión de que habían celebrado la Eucaristía, por lo que recibieron una advertencia de Roma.

Ahora a Heizer oficialmente ya no se le permite recibir los sacramentos, pero nunca le han negado la comunión, dice. Tampoco hay un funeral católico oficial para ella a menos que se arrepienta de sus celebraciones eucarísticas y deje de hacerlo. “Pero amigos sacerdotes ya aceptaron participar”, añade tranquilamente.

Heizer piensa que esto es ridículo porque quiere hacer una declaración con sus celebraciones. “Para mí se trata de demostrar que la aplicación de la ley por parte de la Iglesia está ahí para todos”, dice. Su objetivo es animar a más mujeres a tomar el control de su vida espiritual, porque la excomunión no hace daño, dice Heizer.

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