Sobre el escándalo en catedral de Nueva York por irreverencias gays en funeral y qué tiene que ver eso con Fiducia Supplicans

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(ZENIT Noticias / Roma, 22.02.2024).- Corría el mes de diciembre de 1989 cuando cientos de homosexuales ingresaron a la catedral de San Patricio y se encadenaron a las bancas de la emblemática iglesia neoyorquina. Corría el tiempo de las enfermedades de transmisión sexual y la comunidad gay necesitaba visibilización.

Tres décadas y media después, la catedral de San Patricio se volvió a llenar de homosexuales, lesbianas, transexuales, etc. La ocasión fue el funeral de un miembro de la comunidad: Cecilia Gentili, un activista de origen argentino, nacionalizado posteriormente estadounidense (2022), que ejercía el activismo para la ahora denominada comunidad LGBT+, y también era prostituto.

El jueves 15 de febrero la catedral de San Patricio recibía los restos mortales de Gentili, fallecido el 6 de febrero. Nadie sabía exactamente -según se ha dicho- de quién se trataba. Pero entre el millar de personas que estaban dentro del templo se veían atuendos poco habituales: minifaldas con brillos, camisas sin mangas, pelucas de colores, mallas y pantalones entallados, tacones de punta, ropa de cuero, chalecos negros… A las vestimentas se sumaban imágenes de Gentili simulando halos de santidad, rumores, gritos y un ambiente más festivo que el propio de recogimiento de un funeral.

El sacerdote Edward Dougherty decidió no celebrar la misa y más bien optó por un sencillo rito funerario, pero sin la Eucaristía. Los gritos, los bailes, las palabras que oscilaban entre la falta de respeto y la irreverencia, no garantizaban un adecuado ambiente para una celebración de ese tipo.

El hecho de escuchar después en los discursos de los amigos de Gentili palabras que rozaban entre la irreverencia y la blasfemia, parecía dar la razón a la decisión del sacerdote de no ir adelante con la misa. Desde el ambón donde se proclama la Palabra de Dios, unos pidieron por el acceso a tratamientos de cambio de sexo, otros cambiaron las palabras del Ave María por un “Ave Cecilia”, mientras que otros más proclamaban -también desde el ambón- el nombre de Cecilia como “madre de todas las put…”.

 

Pero, ¿cómo había sido posible que eso pasará en la iglesia más importante de los Estados Unidos? No pocos medios dieron espacio a, por un lado, críticas que respondían a esta pregunta; y por otro, a presentar el asunto como algo aperturista en la Iglesia católica.

Se sabe que la persona que llamó a la catedral para pedir el funeral fue una amistad de Gentile, un transexual también, Ceyenne Doroshow. Endeclaraciones a The New York Time, Doroshow dijo que Gentili quería un funeral en San Patricio por una razón: san Patricio “es un icono, como ella”. Pero reconoció que al momento de pedir el funeral no mencionó que Gentili era transgénero. “Lo mantuve en secreto”, dijo textualmente. Y aunque importarte, tal vez era lo de menos si se considera que Gentile era ateo. Es verdad que, en una entrevista de 2023 a Interview Magazine, Gentili reconoció una búsqueda interior de Dios y el acudir a varias iglesias, pero hasta allí.

Tras los hechos, la arquidiócesis de Nueva York emitió un comunicado en el que decía:

Gracias a tantas personas que nos han hecho saber que comparten nuestra indignación por el comportamiento escandaloso en un funeral aquí en la Catedral de San Patricio a principios de esta semana. La Catedral sólo sabía que familiares y amigos estaban solicitando una misa fúnebre para un católico, y no tenía idea de que nuestra bienvenida y oración serían degradadas de una manera tan sacrílega y engañosa. Que tal escándalo haya ocurrido en la “Iglesia Parroquial de Estados Unidos” lo empeora; que tuvo lugar cuando comenzaba la Cuaresma, la lucha anual de cuarenta días contra las fuerzas del pecado y las tinieblas, es un potente recordatorio de cuánto necesitamos la oración, la reparación, el arrepentimiento, la gracia y la misericordia a los que nos invita este tiempo santo.

El comunicado añadía que por indicación del cardenal Dolan se había ofrecido una misa de reparación (lo cual, según ha sabido ZENIT, habría tenido lugar el sábado 17 de febrero).

Unos días después el mismo arzobispo de Nueva York, cardenal Dolan tocaría este tema en su podcast. Reconoció que “no conocíamos los antecedentes” pues “no hacemos controles del FBI sobre las personas que quieren un funeral”. Y puntualizó: “Lo único que saben es que alguien llamó y dijo: ‘Nuestro querido amigo murió. Nos encantaría tener el funeral en la Catedral de San Patricio. Sería una gran fuente de consuelo. Ella es católica. Sería una gran fuente de consuelo para nosotros, su familia y amigos». Y, por supuesto, el sacerdote de la catedral dijo: ‘Pasen’”.

Interrogado sobre si los sacerdotes actuaron adecuadamente respondió: “Aplaudo a nuestros sacerdotes que tomaron una rápida decisión: ‘Oh, oh, con un comportamiento como este, no podemos celebrar una Misa. Haremos la Liturgia de la Palabra, que son las lecturas, el sermón y las oraciones de petición y el Padre Nuestro, y luego lo detendremos. La misa no continuará’”.

Sin embargo, a unas críticas por lo ocurrido desde sectores católicos se suman las de la comunidad LGBT+ quien se queja de que se haya acortado el servicio y que no se haya tenido la misa. De hecho, también piden una disculpa también por el vocabulario usado en el comunicado de la arquidiócesis.

Un portal levantó una recogida de firmas contra la arquidiócesis de Nueva York y llevan más de 10 mil. Vinculan lo sucedido con la declaración Fiducia Supplicans. En realidad, este hecho nos deja algunas lecciones:

1º Los deseos no generan derechos. Según las declaraciones de la amistad de Gentili que logró el funeral en San Patricio, el difunto quería un funeral en san Patricio por ser un lugar icónico. Pero Gentili no tenía “derecho” a un funeral en esa u otra iglesia no por ser transexual sino por ser ateo.

2º Es comprensible que la catedral de san Patricio no haya indagado en la identidad de la persona por la cual se celebraría el funeral. En las iglesias suele haber una actitud de compasión y cercanía especial en uno de los momentos más duros de la vida humana como son las defunciones. Tal vez esto enseñe algo sobre cómo combinar pastoral, compasión y legitimidad de más contexto para saber adelantarse a necesidades, pero se entiende esa actitud en quienes de buena fe acogieron un funeral.

3º La buena fe de la Iglesia presupone la buena fe de quien se acerca a ella. Y está claro que no hubo sinceridad de unas de las dos partes. No se trata entonces de Fiducia Supplicans y las bendiciones gays, se trata de falta de honestidad que en este caso puntual ha sido de la “parte gay”.

4º Como sacerdote me pregunté qué hubiera hecho yo si ya me encuentro ante el hecho de que las personas y el difunto están ahí. Hay un montón de factores que no se ven cuando tú no eres el que estás ahí delante. Sucede, como tantas personas que ven el soccer o el futbol americano desde una pantalla: que gritan y dan indicaciones desde la comodidad de un sofá pero que nunca han tenido la oportunidad de estar jugando en la cancha. Esto que acabo de decir no es un ataque contra nadie, es un contexto para todos. Y creo que el sacerdote hizo lo mejor que pudo. ¿Qué hubiera pasado si hubiese celebrado la misa y al hecho de las irreverencias se hubiese sumado el que muchas de esas personas comulgasen la Eucaristía? O ¿qué hubiera pasado si se niega a celebrar sólo el funeral? Había mil personas dentro. ¿Y si en el coraje por cortar todo hay destrozos? El sacerdote actuó lo mejor que pudo en el momento concreto.

5º Hay quien critica que la misa de reparación fue en privado. Puedo entender el porqué: de hacerse público, ¿se imagina a toda esa comunidad quejándose fuera de la iglesia o buscando ingresar para quejarse por esa misa de reparación perciba por ellos como misa contra ellos? ¡Cuántos días más se habría prolongado innecesariamente la polémica!

En 1989 los homosexuales que ingresaron a la catedral lo hacían por motivos políticos pues buscaban visibilizar su causa. En 2024 sigue habiendo un cariz político. Recuérdese que en no pocos estados de los Estados Unidos se están prohibiendo las operaciones de “cambio de sexo”, el que hombres biológicos que se sienten mujeres compitan deportivamente contra mujeres biológicas y la hormonización para “niños transexuales”. También en todo este contexto se puede leer este suceso.

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